Rey de España.
Tras los fallecimientos de Luis I y
de Fernando VI sin descendencia, el trono de España pasó a Carlos
III, tercer hijo de Felipe V y primero de su matrimonio con Isabel de
Farnesio, con gran experiencia de gobierno como rey de Nápoles.
Política interior.
En política interior, intentó modernizar la
sociedad utilizando el poder absoluto del Monarca bajo un programa ilustrado.
Despotismo Ilustrado.
En la línea de la Ilustración propia
de su época, Carlos III realizó importantes cambios —sin quebrar el orden
social, político y económico básico, despotismo ilustrado— con ayuda de un
equipo de ministros y colaboradores ilustrados, como el Marqués de
Esquilache, Aranda, Campomanes, Floridablanca, Wall y Grimaldi.
Las reformas de Esquilache.
El Monarca nombró al marqués de Esquilache
Secretario de Hacienda. Éste incorporó señoríos a la Corona, controló a
los sectores eclesiásticos y reorganizó las Fuerzas Armadas. Su programa
de reformas y la intervención española en la Guerra de los Siete Años necesitaron
más ingresos, que se consiguieron con un aumento de la presión fiscal y nuevas
fórmulas, como la creación de la Lotería Nacional. Al mismo tiempo
liberalizó el comercio de los cereales, lo que originó una subida de los
precios de los productos de primera necesidad a causa de las especulaciones de
los acaparadores y de las malas cosechas de los últimos años. Campomanes apoyó
esta medida, pero el pueblo hizo responsable de todo al siciliano.
En marzo de 1766 se produjo el Motín
de Esquilache. Su detonante fue la orden de cambiar la capa larga y el sombrero
de ala ancha de los madrileños por la capa corta y el sombrero de tres picos.
La tensión subió gracias a los pasquines que circulaban por la capital y que
aparecían en sitios públicos, pasquines cuyo léxico y ortografía sólo podían
provenir de hombres con cultura. La manipulación realizada por sectores
nobiliarios y eclesiásticos lo convirtió en un ataque directo a la política
reformista llevada a cabo por ministros extranjeros del gobierno del Rey.
En Madrid el punto álgido de la revuelta se
produjo cuando la muchedumbre que se había congregado frente al Palacio
Real se topó con la Guardia Valona, que en 1764 había cargado contra
el gentío durante la boda de una de las hijas del rey, la infanta María
Luisa, con el futuro emperador de Austria. Se produjo una refriega y hubo bajas
por ambas partes, sin que la Guardia Española interviniera. Carlos
III recabó el parecer de sus consejeros, y aunque recibió opiniones
contrapuestas, acabó siguiendo el consejo del conde de Revillagigedo, que
declaró que dimitiría de su cargo antes que ordenar disparar a la multitud.
De Madrid, el levantamiento se
trasladó a ciudades como Cuenca, Zaragoza, La Coruña, Oviedo, Santander, Bilbao, Barcelona, Cádiz y
Cartagena entre otras muchas. Pero mientras que en Madrid las quejas se
referían al gobierno de la nación, en las provincias las quejas se dirigían
contra las autoridades locales, lo cual revela un problema subyacente de corrupción
e incompetencia administrativa.
Los amotinados exigieron la reducción del
precio de los alimentos y la supresión de la Junta de Abastos, la derogación de
la orden sobre la vestimenta, el cese de ministros extranjeros de Carlos III,
su sustitución por españoles y un perdón general. El Monarca desterró a
Esquilache y nombró en su lugar al conde de Aranda. Se tomaron medidas
para acelerar la importación de cereales desde Sicilia y se reformaron los
gobiernos concejiles, añadiendo a éstos diputados del estado llano elegidos por
sufragio.
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