Madeleine Vionnet fue
una innovadora diseñadora de alta costura francesa muy influyente en la
historia de la moda, ya que se le atribuyen importantes aportaciones. Rivalizó
en talento con Coco Chanel y para muchos es la gran
revolucionaria de la moda de principios de siglo XX.
Nacida en el seno de una familia modesta, tuvo
que dejar la escuela a los 12 años. Aprendió corte y confección y trabajó
durante un tiempo en París. Con 16 años se trasladó a Inglaterra, donde con 20
años asumió la dirección del taller de la modista Kate Reilly, quien
surtía a la familia real inglesa. En 1900, de vuelta en París, entró a trabajar en la
reputada casa de moda de las Soeurs Callot, famosas creadoras de alta
costura, reconocidas sobre todo por el refinamiento de sus modelos, donde se
convirtió en mano derecha de Marie Callot, la responsable de la faceta
artística del negocio: “Gracias a ellas he podido hacer Rolls Royce. Sin
ellas hubiese hecho Fords” (Vionnet). En 1906, fue contratada por Jacques
Doucet para renovar la imagen de su casa de costura, y Vionnet la
revolucionó proponiendo unos vestidos simples que liberaban el cuerpo,
concebidos para llevar sin corsét y presentados con las modelos descalzas, que
atrajeron especialmente a las actrices del momento, como Eve Lavallière,
Réjane y Lantelme.
Más tarde fundó la Maison
Vionnet en 1912 en la que comenzaría a aplicar medidas revolucionarias
en la época, asumidas en adelante como conocimientos básicos de costura,
perdurando hasta nuestros días, como es el cortes al bies, es decir cortar la
tela de forma diagonal en vez de al hilo para que se adhiera y adapte mucho más
a la forma del cuerpo. Esta visionaria incluso obtendría la patente de esta
forma de cortar para protegerla. Fue considerada una arquitecta entre las
modistas, debido a su dedicación y al estudio del corte y la silueta. Madeleine Vionnet se vería
obligada a cerrar su casa dos años después con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, reabriendo una vez
acabada, en 1918.
Madeleine Vionnet es
recordada por su intrépida mente creativa y su impecable sentido de la
elegancia, cualidades que le ayudaban a establecer el equilibrio para alcanzar
siempre un resultado sofisticado y perfecto. También es considerada como una de
las grandes defensoras de la liberación de la silueta femenina, adaptando las
telas al cuerpo y dándole un vuelco al corte al bies, creando hermosos drapeados que hasta hoy nadie
ha conseguido superar. Su vestido de noche color marfil (1935) se considera una
obra maestra, cuya caída perfecta se debe a una única costura, lo que para su
creadora constituía el objetivo más elevado. Es posible que la habilidad de
Madeleine Vionnet para crear estos cortes a partir de formas simples como
cuadrados o triángulos, se debiera a su pasión por la geometría. Además
adaptó, a la silueta femenina, las prendas de sastrería masculina. Firme
defensora de que los vestidos debían dejar traslucir la personalidad de quien
los portara.
El caracter intemporal y de permanente belleza
del trabajo de Vionnet se basa en 4 pilares del Arte: la proporcion; Vionnet
se inspiraba en las simetrías de Jay Hambidge (1867-1924, pintor
estadounidense, estudiante minucioso del arte clásico); el
balance, que tiene que ver con teorías de la antiguedad como la
“sección de oro” (número descubierto en la antigüedad, no
como “unidad” sino como relación o proporción entre partes de
un cuerpo o entre cuerpos); el movimiento, que estaba
representado con el corte al bies, haciendo énfasis en la idea de que el
vestido es una segunda piel en movimiento; y la verdad, una
simplicidad arquetípica, inspirada en los griegos (chiton/peplos). Vionnet fue
considerada la Euclides de la moda, por su precisión milimétrica;
una rigurosa geometría dominaba sus creaciones, concibiendo los vestidos a
partir de la repetición de figuras como cuadrados, triángulos, rectángulos o
círculos. Bajo una aparente simplicidad, cada modelo conllevaba una estudiada
estructura. Nada rompía la línea, ni cierres ni botones, y la mayoría se pasaban
por la cabeza, como si de un jersey se tratara.
Hizo uso de los drapeados y del corte al bies,
que hasta entonces solo era utilizado en cuellos. Utilizó tejidos sutiles, como
el crespón de seda, la muselina, el terciopelo o el satén. En 1918, su proveedor,
creó especialmente para ella un tejido único compuesto por seda y acetato, una
de las primeras fibras sintéticas.
El estilo de Vionnet, (culto a la belleza de
un cuerpo libre) se caracterizó por ser de una modernidad nunca vista hasta
entonces; basándose en el drapeado del peplos griego -presente en su logo-, que
dejaba en libertad al cuerpo y que, al mismo tiempo, realzaba sus curvas
naturales: “Me he aplicado a liberar, como para la mujer, el tejido de las
trabas que se le imponían. He intentado darle un equilibrio tal que el
movimiento no desplazara las líneas, sino que las magnificara” (Vionnet).
Un estilo purista que llegaría a su máximo apogeo en los años treinta del siglo
XX, cuando las curvas de la mujer volvieron a estar presentes en la
moda, pasado el momento garconne y rectangular de los años veinte.
Madeleine Vionnet estudió el cuerpo de la
mujer a manera de la Medicina, para de ese modo preservar su belleza natural y
obligar al vestido a adaptarse a la silueta: “He intentado siempre ser
el médico de la línea, y, en tanto que médico, hubiese querido imponer a mis
clientes el respeto por su cuerpo, la práctica de ejercicio y una higiene
rigurosa” (Vionnet). Los colores que usaba eran clásicos, siendo su
preferido el blanco en todos sus matices. Además, la diseñadora procuró no
recargar excesivamente sus creaciones, utilizando como adornos bordados, rosas
o nudos estilizados. Enemiga de la moda por ser efímera, Vionnet se dedicó a
una búsqueda constante de la coherencia entre el cuerpo y el vestido, lo que le
llevó a innovar en las técnicas del corte, y el bies fue su marca de
identificación. No lo inventó, pero llegó a dominar la técnica como nadie.
Hasta entonces, el bies sólo se había utilizado en cuellos, bajos de mangas o
adornos, y ella tuvo la idea de extenderlo a todo el vestido. Apasionada
como era de la técnica y de la inventiva, también investigó otras cualidades
del tejido como la caída, el reflejo de la luz y la combinación de las dos
caras -mate y brillante-. Preocupada por las copias, registró sus creaciones.
Cada vestido salido de sus talleres llevaba su firma, un número de orden
especial y su huella digital; e hizo álbumes de copyright,
fotografiándolos de frente, perfil y espalda con un número.
Pero Vionnet no fue sólo una creadora
vanguardista, sino también una empresaria vanguardista. Las trabajadoras de
Vionnet disfrutaron de unas condiciones que la ley no impondría hasta más
tarde. Avanzada a su tiempo en lo que a mejoras sociales se refiere, sus
trabajadoras la apodaron la Grande Patronne, se ocupó de su
formación, creó una enfermería, implantó las vacaciones pagadas -la única en su
época -, propuso estancias al aire libre, fundó una mutual, concedía permisos
de maternidad, e incluso quiso que algunas de sus empleadas participaran en la
empresa. Además en sus talleres todo estaba previsto para el confort, con luz
natural omnipresente en todas las dependencias, y sillas (lo que permitía
apoyar la espalda) en vez de los tradicionales taburetes.
En 1939, coincidiendo con el inicio de la Segunda
Guerra Mundial, se retiró, cerrando sus talleres porque estaba cansada. Más
tarde donaría a su amigo, el historiador François Boucher, sus fondos de
documentación (modelos conservados, álbumes, biblioteca, libros de cuentas,
toiles), con los que en 1986 pudo crearse del Musée de la Mode et du Textile
de París.
Madeleine Vionnet murió en 1975, a los 99
años, pero su legado estaba destinado a influir la moda contemporánea. Sin
dibujos preparatorios, creaba sus prendas directamente sobre un maniquí en
miniatura que más tarde ampliaba en escala al tamaño real. Se inspiraba
en las formas geométricas del cuadrado, el rectángulo y el círculo, que luego
doblaba, fruncía, etc para crear las texturas y formas. Su ideal no tenía
costuras, ni botones, ni broches…ni corset. Fue una suprema
escultora que convertía la tela en la forma más pura de arte. Tal vez el
discreto segundo plano que esta creadora ocupa entre los grandes nombres de la
moda, sea el último signo de la genuina elegancia que atraviesa toda su obra.
La casa continúa viva gracias a
que en 2008, Matteo Marzotto
propietario de Valentino, y Gianni
Castiglioni, la adquirieron y emprendieron el proyecto de recrear la
herencia de Vionnet. Actualmente Rodolfo
Plagialunga es su director creativo.
Fuentes: Wikipedia, Marie Claire, Diario de los Andes.
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