sábado, 17 de enero de 2015

La Cartuja de Sevilla.

LA CARTUJA DE SEVILLA nace en 1841 de la mano del Marqués Charles Pickman (Londres, 4 de marzo de 1808 – † Sevilla, 4 de junio de 1883), que llega a la ciudad con la idea de establecer una nueva fábrica de loza fina de la mayor calidad, para competir con el dominio de las marcas inglesas.

William Pickman se estableció en Cádiz en 1810 y luego se trasladaría a Sevilla, donde tendría una tienda en la calle Gallegos, desde donde vendía a toda España loza y cristalería extranjera. Al morir William, su hermano Charles  llegó a Sevilla procedente de Liverpool en 1822. Ante la enorme importación de cerámica inglesa el diplomático y político español Cea Bermúdez decidió prohibir la importación del producto por los puertos del Mediterráneo al tiempo que permitía la llegada de las materias primas para fabricarlo para fomentar la industria cerámica local. Esta medida proteccionista del gobierno español hizo que Pickman tomara la decisión de crear una fábrica en Sevilla.

En el siglo XIX tuvieron lugar dos procesos de desamortización, por los cuales muchos bienes eclesiásticos pasaron a disposición de las autoridades del Estado para ser subastados. En la ciudad de Sevilla fueron producto de desamortización muchos conventos, que pasarían luego a otros usos. En 1836 el Ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal efectuó una primera desamortización. Charles Pickman pensó, en un primer momento, hacerse con el Convento de San Agustín, que se encontraba extramuros de la ciudad de Sevilla y en la ruta hacia Madrid. Sin embargo el lugar estaba ya destinado a servir como presidio, por lo que solicitó el monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas de Sevilla donde encuentra las condiciones idóneas para su propósito.

La Real Orden del 4 de abril 1839 concedió el edificio a Charles Pickman, que pronto comenzó a construir en él la fábrica de loza. El 1 de enero de 1841 se puso en marcha el primer horno. Desde ese momento, los nombres de PICKMAN y de LA CARTUJA DE SEVILLA quedan unidos inseparablemente, designando la que muy pronto se convirtió en una de las producciones de loza más extensas y prestigiosas del mundo. Al igual que en otras fábricas de cerámica españolas del siglo XIX, como la de Sargadelos (en Galicia) o la de La Amistad en Cartagena (Murcia), llegaron maestros ingleses que eran conocedores de la producción de cerámica de forma industrial. A la fábrica de Sevilla llegaron 56 maestros británicos pero al cabo de diez años prácticamente todos se habían marchado porque los sevillanos habían aprendido rápido a realizar el trabajo. Es también importante señalar que en Sevilla existía abundante mano de obra especializada en la alfarería desde tiempo inmemorial. De hecho, las patronas de la alfarería son Santa Justa y Rufina, mártires de la Sevilla del siglo III d.C.

Desde la fundación de la fábrica en 1841, Charles Pickman estableció métodos fabriles novedosos como la importación de materias primas, el empleo de moldes, el uso de maquinaria especializada como los brazos mecánicos y las prensas, el trabajo de especialistas ingleses y toda la experiencia ceramista del fundador que supuso el éxito inicial de la fábrica. El negocio resultó floreciente llegando a convertir la fábrica de Sevilla en una de las más conocidas de Europa y consiguiendo comerciar con los países hispanoamericanos. En 1849 la fábrica ya contaba con 22 hornos y unos 500 operarios. Un elemento característico de la fábrica son los hornos antiguos llamados "de botella", realizados en ladrillo y que en la Exposición Universal de 1992, celebrada en la Isla de la Cartuja de Sevilla, servirían de inspiración para el diseño del Pabellón de Europa, que hoy es la sede administrativa del Centro Tecnológico Cartuja 93. El propio edificio monacal que sirvió posteriormente de fábrica fue restaurado y sirvió de Pabellón Real en la muestra de 1992.

Formas, decorados y colores característicos, comienzan pronto a crear un estilo propio que se convierte en la principal seña de identidad de la fábrica. Esa fuerte personalidad se transmite en las piezas decorativas, vajillas y juegos de mesa que se hallan presentes desde 1841 hasta nuestros días en colecciones públicas o privadas de cerámica artística, así como en las principales casas reales de Europa. La fábrica produjo loza estampada, loza blanca de pedernal, loza decorada sobre barniz de calco, loza pintada y loza china opaca.


La segunda mitad del siglo XIX es de gran esplendor para LA CARTUJA DE SEVILLA que recibe numerosos premios de primera clase y medallas de oro en exposiciones internacionales: Paris (1856, 1867 y 1878), Londres (1862), Oporto (1865), Viena (1872), Sevilla (1858, 1929 y 1949), Barcelona (1888), Bayona (1864), Filadelfia (1876), etc. Un hito importante en cuanto a reconocimiento de la calidad de los productos elaborados por la fábrica se produce en el año 1871 cuando LA CARTUJA DE SEVILLA es nombrada Proveedora de la Casa Real de España por Amadeo I de Saboya quien concede posteriormente el título de Marqués de Pickman al fundador de LA CARTUJA DE SEVILLA, por su destacada aportación a los procedimientos industriales. Charles Pickman también es distinguido con su admisión en la Nobilísima Orden de la Jarretera británica, que se usa como marca en algunos de los modelos de la fábrica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario