¡Vivan las caenas! es un lema acuñado por los absolutistas
españoles en 1814 cuando, en la vuelta del destierro de Fernando VII, se
escenificó un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de
su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella.
En Madrid, el 11 de mayo de 1814 un gentío se lanza a la
calle, aclama a D. Fernando VII y asalta la sede de las Cortes al conocer el
decreto que abole la Constitución de 1812 y restablece el absolutismo. El
carruaje de Fernando VII se detiene. Un grupo de personas desengancha a los
caballos de las cadenas necesarias para empujar la carroza real y empiezan a
tirar ellos mismos de la caravana. Su gesto es acompañado de un grito: ¡Vivan
las caenas! Es el cántico que se reproducirá en la entrada de Fernando VII en
las ciudades españolas en 1814. El pueblo recibe con fervor la vuelta del
absolutismo encarnada en la figura del "Deseado". Celebran que el Rey
haya derogado la Constitución de Cádiz. El episodio del carruaje pudo tener lugar
anteriormente en Valencia. Se pretendía justificar con ello la decisión del rey
de ignorar la Constitución de 1812 y el resto de la obra legislativa de las
Cortes de Cádiz, gobernando como rey absoluto, como le proponían los firmantes
del Manifiesto de los Persas (12 de abril).
En otras ocasiones se combinaba el grito con otros de
contenido parecido: ¡Muera la libertad y vivan las caenas! ¡Viva el rey
absoluto y vivan las caenas! etc.
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