La Guerra de los Siete Años (1756–1763)
El primer asunto que el Rey trató fue
la Guerra de los Siete Años. El monarca español se vio obligado a tomar
parte en la guerra tras la ocupación británica de Honduras y la pérdida de
la colonia francesa de Quebec, lo que requirió la intervención española en
el conflicto para frenar el expansionismo británico por América.
En 1761 se firmó el Tercer
Pacto de Familia y España entró en el conflicto bélico. El monarca se
equivocó en cuanto a la ayuda real que podía prestar Francia y el estado de sus
tropas. Una escuadra inglesa de 53 buques con un ejército de 14.000 hombres
consiguió tomar La Habana por la falta de entrenamiento de las
milicias, en número muy inferior a los ingleses, y la incompetencia del
gobernador de la plaza, Juan de Prado. Poco después una escuadra
procedente de la India bombardeó y tomó Manila. Los ingleses no pudieron
extender su dominio por las Filipinas gracias a la resistencia de las
guerrillas organizadas por Simón de Anda. La guerra terminó con
la Paz de París de 1763. España cedió a Gran Bretaña la Florida y
territorios del golfo de México, a cambio de la devolución de La Habana y Manila.
La Luisiana francesa pasó a manos de España, más preparada para
defenderla. Portugal, aliado de los británicos, recuperó la colonia
del Sacramento.
Guerra de independencia de los Estados
Unidos (1776–1783)
España continuó la alianza francesa. La
sublevación de las Trece Colonias contra Jorge III dio a
ambas potencias la ocasión para el desquite. Así, en la Guerra de la
Independencia de los Estados Unidos, España intervino junto a Francia y contra
Gran Bretaña.
Desde la Declaración de Independencia (4
de julio de 1776) los sublevados recibieron ayuda española de forma solapada.
En 1779 se rompieron las relaciones. Se asedió Gibraltar sin éxito,
pero se pudo recuperar Menorca. Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana,
ocupó Florida. Inglaterra, aislada y sin poder someter a los rebeldes,
tuvo que firmar la paz.
El Tratado de Versalles de 1783 puso
fin a la guerra. España recuperó Menorca, Florida y la costa de Honduras,
aunque no pudo conseguir lo mismo con Gibraltar, que los ingleses se
negaron en redondo a ceder. España, de esta forma, contribuyó a la
independencia de los Estados Unidos, hecho que creó un precedente para la
emancipación de las colonias españolas en el siglo XIX.
Rusia y Prusia.
Dos nuevas potencias, Rusia y Prusia,
entraron en el mapa político europeo del siglo XVIII bajo los reinados de dos
déspotas ilustrados: Catalina II y Federico II respectivamente.
Ambos monarcas suscitaron interés y admiración en España, aunque la expansión
rusa había alcanzado el Pacífico y se llegó a temer una alianza anglo-rusa en
el Mediterráneo. Tal evento no sólo no llegó a materializarse, sino que Rusia
se opuso a la pretensión inglesa de controlar todos los movimientos marítimos
en tiempo de guerra.
Mediterráneo.
Carlos III había firmado un
tratado de comercio con Turquía siendo rey de Nápoles y Sicilia,
pues consideraba a este imperio un freno a los intereses ingleses, austríacos y
rusos. El Monarca excluyó una alianza que estimó no sería bien recibida en el
país, pero intervino en Orán que dependía del Imperio Otomano,
con el doble objetivo de conseguir liberar el mar de piratas berberiscos y
obtener concesiones económicas. En 1775 envió una expedición
militar contra Argel al mando del general O´Reilly que acabó en
desastre. Después de dos nuevos ataques, en 1783 y 1784, se firmó el Tratado
Hispano-Argelino de 1786.
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