Jeanne-Marie Lanvin (París,
1 de enero de 1867 – 6 de julio de 1946) fue una estilista y
diseñadora de moda francesa. Considerada una de las grandes damas de la alta
costura francesa, su estilo se caracterizó por su sencillez y por el empleo de
suaves colores matizados, lo que dota a sus creaciones de una suerte de
intemporalidad, y permite que estén, aún en nuestros días, en plena vigencia. Fundó
la más antigua casa de moda parisina todavía en activo, la casa Lanvin.
Jeanne Lanvin era la mayor de
once hermanos de una familia humilde. Era hija de Bernard-Constant Lanvin,
y Sophie Blanche Desyahes. Su abuelo Firmin Lanvin, que
era tipógrafo, ayudó al escritor Victor Hugo a huir de París durante
el golpe de estado del 2 de diciembre de 1851. Jeanne comenzó a trabajar a
la edad de 13 años en la tienda de sombreros de “Madame Félix” en la Rue
du Faubourg Saint-Honoré de París. Jeanne demuestra un gran interés
desde el principio, pues ve en su aprendizaje la única vía de escape de un
destino de miseria. Su valía es reconocida pronto, y enseguida es ascendida de
ayudante a primera encargada en la producción de sombreros del taller. Y es
aquí donde comienza a dejar volar su imaginación: corta, dobla, mezcla colores,
añade plumas, cintas, flores... hasta fabricar delicadas creaciones que
hicieron las delicias de las parisinas.
A continuación entró en la
sombrerería “Cordeau” que la envió a Barcelona, pero en 1885, a su regreso a
París con 18 años, crea su propia sombrerería en la Rue du Fauborg,
patrocinada por una cliente que ve un futuro prometedor en Jeanne, con el lujo
incluido de una bicicleta para repartir sus encargos, reparto que efectuaba
ella misma. Dos años más tarde, la empresa recién nacida ya da trabajo a sus
hermanos pequeños. Frente a lo que suele ser habitual en el mundo de la moda,
Jeanne rinde un verdadero culto a su familia, donde encuentra felicidad y
fuerza para seguir adelante. La empresa sigue creciendo paso a paso, en la edad
de oro del sombrero, cuando no se era nadie si se salía sin sombrero de casa.
Como los actuales coolhunters,
acude con su hermana a una carrera de caballos, para ver cuales eran las
tendencias, y conoce allí al que sería su marido, el conde Di Pietro, casándose
con él, un 20 de febrero de 1896. En 1903 se separaron cuando su hija
Marguerite, llamada “Marie-Blanche” tenía la edad de seis años. Inspirada
en su hija, Jeanne diseñó una colección infantil. Es esta niña, la que consigue,
indirectamente, que Lanvin dé el paso de fabricar sombreros a diseñar
colecciones enteras. La niña pasaba el día en el taller con su madre y las
clientes quedaban maravilladas con los vestidos que lucía (diseñados por
Lanvin). Animada por estas clientes, decide comenzar a diseñar y vender una
línea para niños, de manera que Jeanne, volcada en el trabajo desde su fracaso
matrimonial, se convirtió sin quererlo en creadora de moda infantil. Sus
modelos, sueltos y de alegres colores, eran diametralmente opuestos a las
miniaturas para adultos con que se vestía a los niños de la época, lo cual
explica en parte el éxito obtenido. Dicha línea creció pronto a otra para
jóvenes y esta a una para mujeres, y de ahí a vestir a toda la familia fue sólo
un paso. Puede decirse que fue una de las primeras diseñadoras en segmentar el
mercado y crear vestidos específicos para las jóvenes, pues consideraba que no
debían llevar los mismos trajes que sus madres. Controlaba cada vestido que
salía de su atellier, si no era de su gusto, lo echaba atrás, si estaba
conforme, lo firmaba con una gruesa pluma azul.
Desde 1901 apareció en el Anuario
de la moda francesa, que reunía a los creadores. En 1907 se casó de nuevo, esta
vez con Xavier Melet, un periodista que luego sería cónsul de Francia en el
Reino Unido, con el cual Jeanne tuvo oportunidad de recorrer el mundo en
numerosos viajes. En una de sus visitas a un museo italiano quedó extasiada
ante el azul de una tela de Fra Angélico, y decidió convertir aquel tono
en el color emblemático de su casa de modas, el "azul Lanvin". En
1909, la casa Lanvin, se convirtió en miembro de la Cámara sindical de alta costura (Chambre Syndicale de la Haute
Couture).
Cada día que pasaba se corría la
voz sobre el pequeño atellier de Lanvin, donde se producían creaciones de un
gusto infinito, que hicieron crecer su fama. Paso a paso, la trabajadora Lanvin
de forma silenciosa, diseñaba, cosía, vendía, exportaba... de forma puntual e
incansable creando piezas con un estilo indiscutible y un lujo calculado. Durante
la I Guerra Mundial apenas paraliza su producción, si bien es cierto que como
señal de respeto, sólo emplea tejidos "menos nobles", y colores
"menos alegres". Lanvin tiende a atenuar los contornos, simplificar
los volúmenes y las líneas, a desechar los motivos demasiado complejos. Su
estilo, es un estilo ligero, fluido, exquisito, que concentra la esencia misma
de la feminidad eliminando, poco a poco, cualquier artificio. Introdujo en la
moda un nuevo tema: la juventud, pues con sus patrones sencillos e inocentes y
sus colores vivos daba a las mujeres de cualquier edad un aspecto femenino y
romántico.
Es la primera diseñadora que crea
un logotipo para su marca. Creado a partir de una fotografía tomada en un baile
de disfraces en 1917, en ella se puede observar a una madre y su hija con las
manos entrelazadas. Este logotipo aúna las dos pasiones de la diseñadora, la
ropa y su hija.
Siguiendo estos patrones creó,
poco antes de la Primera Guerra Mundial, sus famosas robes de style,
un tipo de vestido basado en modelos del siglo XVIII que se ha convertido en un
clásico de la moda. En sí no era más que un vaporoso vestido tobillero,
entallado y con falda ligeramente acampanada. El secreto de su permanencia
-siguió llevándose hasta bien pasada la década de los años veinte- radica en
que el concepto inicial supo adaptarse conforme transcurría el tiempos, claro
exponente de lo cual es el hecho de que del recargamiento inicial de lazos y
flores, propio de la belle époque, las robes de style se estamparan
finalmente con motivos geométricos, merced a la influencia del cubismo. Al
iniciarse la Primera Guerra Mundial creó un vestido camisero que marcará la
línea de los años veinte, pues, en su sobriedad, se adecuaba perfectamente con
el austero espíritu de posguerra. Otra de sus creaciones más famosas fue el
conocido como "traje bretón de Lanvin", que consistía en una falda
ligeramente fruncida y chaquetilla corta, con un gran cuello blanco sobre el
que se abría un lazo rojo, todo ello completado con un sombrerito de paja. Siempre
con un ojo puesto en el pasado, Lanvin se inspiró en la década victoriana para
diseñar románticas prendas a las que, sin embargo, dio un toque de modernidad
al dotarlas de bellos bordados (es de mencionar que su colección
"Riviera", lanzada en el año 1921, incluía bordados aztecas, lo que
fue absolutamente novedoso en la época). Otra de sus especialidades fueron los
vestidos de noche de líneas orientales.
Lanvin apreciaba enormemente los
colores, su colección fetiche era el azul Lanvin, el rosa
Polignac en honor a su hija y el verde Velázquez. Para
conservar la exclusividad de sus colores, fundó su propio taller de tintados
en Nanterre en 1923. A pesar de su amor por los colores, Jeanne se
aficionó particularmente al negro, que consideraba como el color representante
del “chic ultime” y que ella usó
durante toda su vida.
A partir de 1925, Jeanne Lanvin
se lanzó al diseño de moda masculina y a la creación de perfumes. En dos años
nacieron catorce aromas, entre los cuales cabe destacar Irisé, Kara-Djenoun y Géranium
d'Espagne (llamados así en recuerdo de sendos viajes a Egipto y a
España), Chypre y Mon peché (Mi pecado). A pesar
del éxito de público cosechado con estas creaciones, en buena medida debido al
joven y talentoso perfumista André
Fraysse, quien había ingresado en la Sociedad de Perfumes Lanvin
en 1925, el mismo año que se lanzó Mi pecado, Jeanne no quedó
demasiado satisfecha de los resultados; quería conseguir "una obra
maestra" que pensaba dedicar a su hija. Así nació en 1927 Arpège (Arpegio),
un sublime aroma floral de cuyo frasco se encargó el escultor Armand Rateau, quien creó la célebre
bola negra de cristal que Paul
Iribe decoró luego con oro, símbolo perfecto del Art déco,
que fue otro de los emblemas de la casa Lanvin. La joven, apasionada de la
música y del canto, cuando probó el perfume dijo que parecía un arpegio (arpège
en francés). En 1926, Jeanne Lanvin es condecorada como Chevalier de la Légion d'Honneur (Caballero
de la Legión de Honor).
Tras la muerte de Jeanne en 1946,
numerosos diseñadores continuaron desarrollando durante años artículos de moda
para la casa Lanvin, incluyendo a su hija Marie-Blanche, que fue propietaria de
la casa hasta su muerte en 1958, junto al modisto español Antonio Canovas del Castillo. Otros diseñadores
han sido Giorgio Armani (1989)
y Claude Montana (1990).
Maryll Lanvin fue el último miembro
de la familia en diseñar para la casa hasta el año 1989. El diseñador
israelí americano, Alber Elbaz, es
el encargado de la dirección creativa de la firma en la actualidad.
Con el tiempo, los propietarios
de la casa Lanvin han variado en diversas ocasiones. Hasta finales de los
años 1980, la compañía fue propiedad de la familia, concretamente de
Bernard Lanvin (sobrino-nieto de Jeanne) y su esposa Maryll. A principios de
1989, las necesidades económicas obligaron a Bernard a vender el 34% de las
acciones al Midland Bank londinense. A mediados de ese año, el
banco aumentó su participación hasta el 40%, retirando de su cargo de
diseñadora a Maryll Lanvin. Su sucesor fue Claude Montana, aunque aún
tuvo menos éxito. En 1990, Orcofi,
miembro de la familia Louis Vuitton tomó
el control del grupo y el fabricante de cosméticos L’Oreal compró el 50% del grupo que estaba fuertemente
endeudado por la suma de 500 millones de francos. Hasta 1996 L’Oreal
compró poco a poco todas las participaciones de Orcofi. En 1993 se renunció a
la alta costura y la casa Lanvin se limita principalmente a las licencias
comerciales y los perfumes.
Jeanne Lanvin era una mujer
reservada, poco habladora, son sus vestidos los que hablan por ella.
otra gran lectura, una gran mujer dede luego!!!! me encanta ese " azul Lanvin" es precioso!un besazo guapeton!!!!!
ResponderEliminar¡Hola Pilar!
EliminarA mí lo que más me ha llamado la atención es el vuelo de las faldas para aquella época. Lo habitual en ese momento eran los vestidos muy rectos y sin forma, y esas faldas parecían las precursoras del New Look de Dior. El manejo del color por Lanvin fue proverbial también.
¡Un besote enorme!
me gusta...tu sigue con estos reportajes ¡....un besin
ResponderEliminar¡Un millón de gracias! Ya tienes el de Madeleine Vionnet.
Eliminar¡Un besote enorme!