Los monarcas Felipe V y Fernando
VI habían llamado a pintores franceses e italianos, como Louis Michel van
Loo, Jacopo Amigoni o Corrado Giaquinto, que iniciaron la
decoración del Palacio Real. Más tarde Giambattista Tiépolo, el gran fresquista
veneciano, adornó tres de las bóvedas de la real morada con su pintura
decorativa y colorista.
Pero la regeneración de la
pintura española se produjo con la venida a España en 1761, llamado por Carlos
III, del artista bohemio Anton Raphael Mengs. Su llegada trastocó el orden
hasta entonces existente porque sus orientaciones fueron seguidas fielmente por
el Rey, que le concedió todos los honores imaginables ejerciendo desde la
Academia, como pintor y como teórico, una auténtica dictadura artística
que influyó en la formación de los pintores españoles. Mengs realizó
decoraciones para algunas de las bóvedas del Palacio, predominando en todas
ellas un dibujo preciso y una falta de expresividad; en El triunfo de
la Aurora o La apoteosis de Adriano, la calculada
simplicidad de composición recuerda El Parnaso que pintó en la
villa Albani de Roma. Colaboró con él en el Palacio Real Mariano Salvador
Maella (1739-1819), que también hizo decoraciones para los palacios
de Aranjuez, El Pardo y El Escorial; su estilo distante y su colorido algo
estridente no le impidieron hacer espléndidos retratos como el de Carlos III
(1785) con colores fríos y barnices acharolados. José Vergara
Gimeno (1726-1799), fundador de la Real Academia de Bellas Artes de
San Carlos de Valencia (1768), es en la ciudad del Turia la figura más
importante en la introducción de los postulados neoclásicos.
Muchos pintores trabajaron como
cartonistas para la Fábrica de Tapices que Mengs dirigía, como los hermanos
Bayeu, José del Castillo o Francisco de Goya. Para los tapices
Mengs prefirió los temas costumbristas o de cacería muchas veces relacionados
con la pintura holandesa, y alentó un costumbrismo de raíz castiza con escenas
de género. José del Castillo destacó con sus primorosas escenas de
caza como las que adornan la pieza del Príncipe en el palacio de El Escorial.
Los Bayeu cultivaron el fresco, sobre todo Francisco(1734-1795) que
colaboró en la decoración de la basílica del Pilar de Zaragoza y en
el oratorio del Palacio Real de Aranjuez (1791); Ramón, menos
brillante, se especializó en los cartones para tapices que resolvió con una
técnica suelta y precisa. También trabajó en la Fábrica de Tapices Francisco de
Goya (1746-1828), yerno de Francisco Bayeu, pero su obra por su amplitud y su
variedad desborda los estrechos límites del Neoclasicismo y merece un estudio
más amplio.
Después de la Guerra de la
Independencia emergen otros pintores más jóvenes que siguen el Neoclasicismo
ortodoxo, para luego pasar hacia estilos más eclécticos. Entre ellos
destacan José Aparicio (1773-1838), José de
Madrazo (1781-1859) y Juan Antonio Ribera (1779-1860), que
aprendieron en Roma el estilo internacional y miraron con admiración al
gran Jacques-Louis David, pero que luego evolucionaron y ocuparon un
puesto importante en el arte español. Sus obras muestran el perfecto
conocimiento del mundo clásico, el equilibrio entre color y dibujo en sus
composiciones, pero también una capacidad para adaptarse al arte burgués que
impondrá el Romanticismo.
Fuentes: Wikipedia.
Fuentes: Wikipedia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario