Porcelana de Alcora es el nombre
de la porcelana fabricada en la Real Fábrica de Alcora o Real
Fábrica de Loza y Porcelana, una manufactura real creada en 1727 en Alcora a
iniciativa de Buenaventura Ximénez de Urrea y Abarca de Bolea, IX
conde de Aranda, padre del posterior conde Aranda; Pedro Pablo Abarca de
Bolea, que formaría parte de los equipos de gobierno ilustrados de Carlos
III de España y Carlos IV de España, y que fue quien impulsó esta
manufactura de modo más destacado. Su cierre se efectuó en 1895. Fue la primera
fábrica industrial de cerámica de la provincia de Castellón, zona rica en
tierras arcillosas y en agua, en la que ya existía una larga tradición de
alfares populares.
En el señorío de Alcalatén, situado en
la villa de Alcora y perteneciente al IX conde Aranda, partiendo de la antigua
tradición alfarera de la villa y con el beneplácito del reino de
los Borbones y su corte francesa, fundó dicho conde una fábrica de
cerámica, abandonándose la producción propia de la zona en favor de un producto
a imitación de lo francés. Así, se sustituyeron el colorido vistoso y los
trazos de dibujo fuertes por los tonos delicados y las líneas suaves.
Paralelamente se trataron de conseguir materiales más finos, frente a la rudeza
popular de la cerámica española hasta aquel momento. Para la nueva fábrica, el
conde de Aranda contrató a los veinticuatro alfareros de la población. En
principio se utilizó la arcilla propia de Alcora, roja y rica en óxido de
hierro, llamada «tierra de olleros», que pronto se sustituiría por otra del
también cercano monte de San Cristóbal más pobre en hierro, y que, tras unas
pruebas, se mezcló en la proporción de seis partes de ésta con una séptima de
la antigua «tierra de olleros»; así se consiguió poder cocer las piezas a mayor
temperatura y darles más consistencia. El resultado fue una loza rosada y con
el barniz cuarteado, característica de la primera producción de la loza de
Alcora. El conde consiguió la tutela del rey Felipe V, así como derechos,
como la exención del pago de impuestos, que favorecieron a la fábrica y a los
empleados.
Las exenciones de pago de las alcabalas del
viento suponen la extensión de un privilegio, el que tenían los nobles desde el
siglo XVI de no tributar por los ingresos indirectos, a los trabajadores de la
Fábrica que vendían los productos de la misma en las distintas ciudades y
reinos de España, siempre que dichos trabajadores pudieran acreditar dicha
relación con respecto a la Fábrica, así se hace constar en la Real
Cédula.[...]Los trabajadores de la Fábrica son eximidos además de otras
prestaciones al Estado como: «Alojamientos y Quintas, repartimiento para
utensilios, quarteles y fortificaciones». Quedaban los trabajadores de la Fábrica
fuera de los sorteos que en dicha época se realizaban. Esos y otros beneficios
no eran disfrutados por otros trabajadores de Alcora.[...]También para las
materias primas que debían ser importadas se obtuvo la excepción, al no tener
que pagar las tasas arancelarias correspondientes, dado que dichas materias
eran consideradas necesarias para la producción de loza, que tenía una
consideración especial y trato preferente sobre otras producciones de la época.
Real Cédula de Exenciones y Franquicias del año 1729.
Inicialmente, un grupo de maestros
franceses, Joseph Olérys, Eduard Roux y Sebastián Carbonell,
fueron contratados como dibujante, pintor y modelador, respectivamente, para
conseguir la imitación de las vajillas realizadas en Moustiers que,
junto con Marsella y Nevers, eran los principales centros de cerámica
en la Francia meridional; estos artesanos renovaron las decoraciones e
introdujeron el cánon del arte barroco: bandejas con bordes lobulados,
centros de mesa con ramilletes de flores, o maceteros con asas y en forma de
mascarón. El español José Ochando ejerció en la fábrica como
dibujante y maestro de talla por su formación como escultor, además se ocupó de
la instrucción a los aprendices:
“Entre los maestros pintores
hay uno principal que es Joseph Ochando que tiene a cargo la Academia que hay
en la Fábrica para la enseñanza de los aprendices y el Gobierno de los demás
maestros y oficiales”.
Se desarrolló en ese tiempo en primer lugar
el colorido azul del «estilo Bérain» precursor del Rococó, para pasar luego a
otras piezas con una policromía más abundante. En 1736 la fábrica llegó a
tener 136 empleados y una producción mensual de más de 25 000 piezas, que se
redujeron a 90 empleados y 17 000 piezas en 1743, tras un periodo de crisis de
ventas y reivindicaciones laborales de los aprendices. En los fondos de la
Colección Espínola, existe un baldufario con una factura manuscrita
el 26 de junio de 1748, donde se consigna el precio de una adquisición de 50
piezas de la Real Fábrica, además de sus dibujos y colores. La temática chinesca,
puesta de moda durante los reinados de Luis XIV y Luis XV de
Francia a raíz de las numerosas importaciones de la Compañía francesa de
las Indias Orientales, hizo que también se realizaran en esta fábrica vajillas
y decoraciones en las que aparecían pequeños chinos con su característico
sombrero cónico, así como pájaros exóticos que recordaban o copiaban la
porcelana oriental. Destacó en esta época el pintor español Miguel Soliva,
alcoreño que realizó buen número de vajillas y placas con estas decoraciones.
Otros hijos del país que estuvieron trabajando serían los hermanos Causada,
hasta 1750 en que se trasladaron a Talavera de la Reina.
No es hasta la segunda época de la fábrica,
entre 1742 y 1798, cuando la fábrica alcanza su plenitud de producción y
resultados. Este periodo coincide con la dirección del hijo del fundador Pedro
Pablo (X conde de Aranda). A la búsqueda de una «porcelana verdadera», se
contrató sucesivamente a técnicos franceses y sajones como François Haly, Johan
Christian Knipfer, François Martin, Pierre Cloosterman y Christoph
Boull y al suizo Petro Reinhart. El producto logrado, tras numerosos
ensayos fallidos, era similar a la porcelana francesa, pero no se obtuvo la
ansiada «porcelana dura» de estilo Meissen. Se trabajaba con una gran
variedad de técnicas y materiales, como la tierra de pipa y la mayólica,
así como la loza de distintas calidades, con temas de cierto
recargamiento, como candeleros simulando troncos de árboles con figuras
blancas sobre peanas barrocas. Los jarrones, por su parte, poseían tapaderas
llenas de frutas; y también se realizaron placas con unos marcos de rocalla que
servían como cornucopias. Las escenas pictóricas centrales representaban
ruinas romanas de influencia italiana. Entre los maestros locales destacaron,
además del citado José Ochando, Jacinto Causada y el escultor Julián
López que realizó pequeños grupos escultóricos sobre tronos de rocalla.
Así mismo estuvo realizando modelos el
prestigioso dibujante Julián Más, natural de Alcora, que tras haber
trabajado en la fábrica adquirió por méritos la plaza de Director de Dibujo y
Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia. De
este periodo bastante fecundo son las series de «fauna de Alcora», en las que
se hicieron piezas de loza policromada o en tierra de pipa como salseras o
soperas, en cuyas tapas aparecen animales fielmente retratados; en la misma
línea se encuentran los llamados «platos de engaño», en los que se representan
frutas y animales en relieve. Finalmente se impuso el estilo neoclásico y las
decoraciones, con pintura en oro fino y color sepia, se realizaron en objetos
aislados, como motivo de ornamentación, o bien en juegos de café.
La tercera época de la fábrica comienza con
el paso de la propiedad a Pedro Alcántara duque de Híjar, al morir el conde de
Aranda en 1798 sin descendencia directa. La nueva dirección, ante los
pocos beneficios que se obtenía, suprimió la producción de porcelana para
centrarse más en la elaboración de escultura en loza y en tierra de pipa. A
causa de la guerra de la Independencia Española empezó la verdadera
decadencia de la fábrica; durante esa época se fabricaron diversos objetos
«patrióticos», como el grupo que representa el león de Castilla devorando al
águila imperial napoleónica, o series que estaban decoradas con medallones de
héroes de la Independencia como Fernando VII o el general
Wellington. Al ser destruida la fábrica del Buen Retiro durante las
batallas en Madrid, los artistas italianos Poggeti y Palmerani, se trasladaran
a Alcora, circunstancia que ha provocado confusiones para distinguir la
cerámica entre ambas fábricas. Por este tiempo se empezó a emplear la
decoración calcográfica: estampación realizada por medios mecánicos que
disminuye su valor artístico. En 1848 la fábrica estuvo arrendada y en 1858 se
vendió a la familia Girona, industriales catalanes, que en 1895 cerró
definitivamente la fábrica.
Fuentes: Wikipedia.
Fuentes: Wikipedia.
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