sábado, 1 de junio de 2013

Felipe Próspero de Austria.

    Felipe Próspero José Francisco Domingo Ignacio Antonio Buenaventura Diego Miguel Luis Alfonso Isidro Ramón Víctor de Austria (Madrid, 28 de noviembre de 1657 - Ibídem, 1 de noviembre de 1661). Príncipe de Asturias. Fue el tercer hijo y primer varón del matrimonio formado por Felipe IV de España y Mariana de Austria,  Antes de Felipe Próspero habían nacido de este matrimonio la infanta Margarita Teresa, la infanta María Ambrosia (nacida y muerta en 1654) y una niña nacida muerta e 1656. Aparte de la infanta Margarita Teresa y el futuro Carlos II, fue el único que superó los 2 años de vida.



    Su venida al mundo fue recibida con gran alegría, ya que desde la muerte del príncipe Baltasar Carlos en 1646 la Casa Real española carecía de herederos varones. Felipe fue inmediatamente convertido en Príncipe de Asturias. Los astrólogos solo predijeron la grandeza de su futuro, mientras que Felipe IV, no estaba completamente seguro de haber agradecido a Dios lo suficiente este nuevo nacimiento. En una carta a su amiga Sor María de Ágreda, escribió que "el recién nacido estaba bien", pero también hizo una referencia a la amarga memoria de la muerte de su hijo mayor. 

    El bautizo de Felipe Próspero tuvo lugar el 15 de diciembre por el arzobispo de Toledo en la capilla del Real Alcázar y se celebró durante varios meses. El agua bendita fue traída desde el río Jordán por unos frailes que habían regresado recientemente de Tierra Santa. El mismo Barrionuevo escribió que "el príncipe gritó vigorosamente después que fue bautizado y, atraído por la voz resonante, el rey, que estaba mirando a través de las celosías, exclamó:" ¡Ah, que bien suena eso, la casa huele ahora a hombre '".   Las cartas del embajador florentino en Madrid, Ludovico Incontri, testimonian que en enero hubo en Madrid una gran mascarada de casi cien caballeros Grandes de España y a fines de ese mes o principios de febrero se hizo una fiesta de cañas en la Plaza Real entre sesenta y cuatro hombres a caballo.

    El teatro vino a sumarse a esos festejos con comedias como las de CalderónEl principe constanteEl laurel de Apolo y Afectos de odio y amor; las de Solís entre las que destacó Triunfos de amor y fortuna, y El laberinto de amor de Diego Gutiérrez, todas ellas repetidas en diversas ocasiones a lo largo de los meses de aquel año de 1658 hasta llegar al primer cumpleaños del príncipe que se festejó desde el punto de vista teatral con Los tres afectos de amor de Calderón.

    Existe una descripción muy completa de estos y otros festejos en torno a este natalicio real en la relación de R. Méndez Silva, Gloriosa celebridad de España en el feliz nacimiento y solemnisimo bautismo de su deseado príncipe D. Felipe Prospero, hijo del gran Monarca D. Felipe IV y de la esclarecida Reyna D. Mariana, Madrid, Francisco Nieto de Salcedo. A costa de Domingo de Palacios y Villegas, 1658.

    Sin embargo, debido a las varias generaciones de endogamia (su madre era sobrina de su padre), Felipe Próspero fue severamente epiléptico. La endogamia estaba tan extendida en su familia, que sus ocho bisabuelos eran descendientes de la reina Juana de Castilla y Felipe el archiduque de Austria.

    Felipe IV consciente de la importancia del pequeño Felipe Próspero le hizo jurar como Príncipe de Asturias apenas un año después de su nacimiento en 1658. En 1659 los primeros ministros de Francia y España habían estado negociando el fin de sus hostilidades durante dos años. Ahora que España tenía un heredero varón, estaba de acuerdo con la consolidación de la paz al concertar un casamiento entre la infanta María Teresa y el futuro Luis XIV de Francia. El resultado de las negociaciones fue el Tratado de los Pirineos, que estableció a Francia como nueva potencia dominante en el mundo.

    Sin embargo, la salud no acompañaba al nuevo heredero: del pecho y la cintura del niño colgaban campanillas y sonajeros dorados, higas de azabache y oro, cascabeles…, amuletos que en la mentalidad popular se consideraban protectores de la infancia contra la envidia, los celos, los maleficios y, lo que era más importante de todo en el caso del pequeño príncipe, contra las enfermedades y la muerte. Sin embargo, débil y enfermizo desde su nacimiento, poco pudieron hacer en su favor todos estos objetos, pues la anemia y los ataques epilépticos que padeció desde su nacimiento le condujeron a la muerte el 1 noviembre de 1661, cuando aún no había cumplido los cuatro años, y apenas cinco días antes del nacimiento del futuro Carlos II.

    El príncipe Felipe Próspero fue retratado en 1659 por Velázquez. El cuadro, que refleja una profunda ternura hacia el niño pero que también constituye un dramático reflejo de su naturaleza enfermiza, se encuentra hoy en el Kunsthistorisches Museum de Viena. En este retrato, el infante apoya su brazo derecho sobre un sillón, provocando compasión en vez de otorgarle majestuosidad, ya que su salud era precaria como lo demuestran los amuletos que porta. Sobre el sillón observamos a un perrillo faldero, cuya mirada acuosa acentúa la melancolía de la escena. Este can es uno de los mejores trozos de pintura ejecutados por el maestro Velázquez. La figura se ubica en una habitación, apreciándose al fondo una ventana por la que entra un rayo de luz. A la derecha se puede observar un taburete con un cojín sobre el que se coloca el sombrero. Predominan los tonos rojos en la obra y los tonos negros acrecentan el contraste entre los otros colores.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes, soy nuevo por aquí.

    Resulta conmovedor este pequeño crio, que no tenía culpa de nada, pero tuvo que sufrir las consecuencias de la ignorancia y codicia de sus progenitores.

    Han tenido experiencias ejemplares y sin embargo no escarmientan. Casarse entre parientes es algo anti-natural y además un pecado capital en la tradición judeo-cristiana.

    Se auto-proclaman muy católicos, pero cometieron estos incestos durante siglos y continúan haciéndolo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Buenas tardes Frederick!

      Sí, una historia muy triste la de este niño y la del resto de sus hermanos. La endogamia era algo habitual en la época para perpetuar el linaje de las casas reales. Hoy en día esa práctica está obsoleta y de hecho, la mayoría de las actuales monarquías están emparentadas incluso con plebeyos.

      ¡Un cordial saludo y gracias por su visita!

      Eliminar