El siglo XVII es en España una
época de decadencia, y esto se notará en gran medida en el mueble. No habrá
piezas tan lujosas como en otros países, hecho también determinado por las
pragmáticas contra el lujo dictadas por los monarcas. Sin embargo, el mueble
español del periodo barroco presenta una calidad nada desdeñable, una enorme
personalidad y, sobre todo, un gran interés desde el punto de vista de las
tipologías y de la búsqueda de la funcionalidad por encima de lo decorativo.
Cabe señalar también, la creciente valoración del mobiliario respecto al siglo
anterior. Teniendo en cuenta los inventarios de bienes se ven cambios importantes,
llegando a ser los muebles en época de Carlos II, más caros incluso que los
tapices. Respecto a las maderas seguirá predominando el nogal, seguido de lejos
del palosanto y ocasionalmente, la caoba. Como materiales decorativos los más
utilizados serán el hueso, el hierro forjado y el carey, además de cueros y
terciopelos para las tapicerías. Los elementos utilizados para la decoración
derivan de la arquitectura barroca,
con frontones curvos, arquerías, columnillas salomónicas o montantes en forma
de columna toscana. Aparecen motivos de gusto naturalista y se siguen
empleando otros de diseño geométrico. La taracea se elabora sobre nogal macizo
y va quedando relegada al ámbito popular ocupando su lugar el chapeado geométrico, que lleva a cabo
dibujos estrellados y entrelazados, combinando los materiales de concha de
tortuga y hueso.
Dentro del mobiliario español del
siglo XVII diferenciamos tres etapas: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Sin
embargo, se trata de una división tan sólo aproximativa, dado que no serían
fórmulas exclusivas para cada reinado. Se trata por tanto de una clasificación
en principios, mediados y finales de siglo, siendo el de Felipe IV un estilo de
transición. El mueble escritorio, conocido popularmente como bargueño, sigue siendo el más
atractivo. Se importan de Flandes y de Nápoles los primeros de ébano, concha de
tortuga y bronce con sobrepuestos de plata y pinturas y los segundos con
marquetería, trabajados en marfil y ébano. El escritorio castellano es el de mayor importancia en España
durante el siglo de oro. Las cajas de los escritorios tienen gran cantidad de herrajes
y placas de hierro caladas, muchas veces doradas y puestas sobre terciopelo. El
frente de gavetas dispone de una puerta que destaca sobre las demás y en donde
se multiplican las columnillas. Además, en toda la superficie disponible se
embuten plaquetas de hueso pintadas con pequeñas flores con sentido plenamente
barroco.
Durante el reinado de Felipe III
(1598-1621) nos encontramos un estilo aún muy ligado al siglo XVI. Se aprecia
una gran influencia del estilo escurialense, pero ya con una mayor tendencia a
la geometrización y la simplificación de las formas. También hay que tener en
cuenta que el mayor protagonismo de los motivos decorativos es una
característica barroca, por lo que indicará un avance dentro del siglo. Una de
las más claras novedades de este primer tercio de siglo será la aparición del
escritorio de columnillas, mueble que será cada vez más frecuente y que ganará
en ornamentación con el paso de los decenios. Respecto al mueble de asiento,
aparece un nuevo tipo de frailero, mucho más simple, que puede llegar a estar
incluso desornamentado. Es un mueble que representa la pura esencia del diseño:
mínima decoración, gran comodidad y estructura muy bien pensada. Además resulta
barato, algo a tener en cuenta en la España en crisis del momento. Son muebles,
asimismo, que pueden ya presentar tapicería acolchada, con relleno, además de
al aire como hasta la fecha. Se puede ver un ejemplo de la época en el retrato
de la reina Margarita de Austria realizado por Juan Pantoja de la Cruz (Museo del
Prado).
Como ya hemos mencionado, el
periodo del reinado de Felipe IV (1621-1665) supone una transición entre el
barroco temprano y la plenitud del estilo a finales del siglo. Sigue marcando
la pauta el estilo escurialense, símbolo de la gloria perdida de España, pero
la decoración irá ganando cada vez más terreno a la pureza de diseño del
manierismo. En los escritorios de columnillas se multiplicarán la
compartimentación de las superficies y los elementos aplicados, y se define un
nuevo modelo de gavetas arquitectónicas, con los frentes decorados con arquerías.
Aparecen también retículas octogonales, en relación con el rebrote de lo
islámico propio del periodo de Felipe IV. La capilla del bargueño tendrá cada
vez más importancia, y aparecerán los modelos de muestra descubierta. El lujo y
la ostentación de que se hace gala en las grandes mansiones nobiliarias, es
motivo de deseo e imitación por parte de los estamentos acomodados,
especialmente los funcionarios de la Administración como escribanos, secretarios
o consejeros. Los inventarios y testamentos de esta clase social recogen
descripciones de infinidad de muebles en los que, más que auténtica riqueza,
trasciende una “riqueza aparente” (aunque, no obstante, de gran calidad
artesanal) con ejemplos de escritorios, armarios, arcas, mesas o bufetes, etc.
de maderas nobles, ornamentados con aplicaciones metálicas, columnillas
sobredoradas y chapados de marfil o hueso. Entre los muebles más utilizados en
esta época se hallan los escritorios, denominados de varias maneras según sus
dimensiones, si presentan o no tapa, portezuelas, cajones, gavetas o apartados
interiores, etc. La terminología sigue siendo aún confusa aunque haya tipos
visiblemente diferentes unos de otros.
Respecto al periodo de Carlos II
(1665-1700), el estilo se prolongará hasta principios del siglo XVIII. Se trata
ya de un barroco pleno, sin significativas influencias del estilo que domina en
el resto de Europa, el Luis XIV. Así, se conjugará la tendencia a la
ornamentación con la pervivencia de las tipologías españolas. La decoración
será en ocasiones tan profusa que llegue a ocultar la estructura, y se tenderá
a introducir curvas en las patas, a aplicar color y una mayor cantidad de
dorado. Ahora los escritorios serán mayoritariamente de muestra descubierta,
frecuentemente presentarán una rica decoración tallada a modo de remate, como
balaustradas, vasos clásicos, composiciones con cartelas y alas de águila, etc.
Aparecen líneas oblicuas en los entramados geométricos y molduras en zigzag, y
las capillas serán ahora más grandes que nunca. Las innovaciones también
afectan al frailero, que podrá presentar un brazo mucho más ancho, con ménsulas
en la parte inferior, e incluso los montantes enteramente tallados. La
chambrana mantiene el canto superior recto, pero presentará el inferior
recortado como si se tratase de un faldón de consola, con abundante talla
vegetal. Asimismo, puede ser ya un mueble más ancho y en ocasiones llevará
remates de latón en los montantes del respaldo. Un ejemplo bastante sencillo en
su ornamentación pero ya de gran tamaño, y con los brazos curvos tallados lo
tenemos en el retrato de Mariana de Austria pintado por Juan Carreño de Miranda
hacia 1670 (Museo del Prado).
Hi Pedrete,
ResponderEliminarI love the paintings you show. But would you somehow put a translator into your blog? I would be really interested in what you write.
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Thanks,
Christine
Hi Christine!
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