“Sí, no dudéis. España la
produjo, y el Universo todo es quien la admira; con su presencia majestad
inspira y en ella el cielo acreditó su influjo”.
María del Rosario Fernández, la
"Tirana", (Sevilla, 1755 - Madrid, 1803), actriz española. Fueron sus
padres Juan Fernández Rebolledo y Antonia Ramos. Se casó con el actor Francisco
Castellanos, conocido como "el Tirano" por los papeles que mejor se
le daban, de donde recibió el sobrenombre.
El único porvenir halagüeño de los actores
por aquellos días era formar parte de las compañías madrileñas, entre otras
razones para gozar el beneficio de su futura jubilación; pero esto no lo
lograban sin haberse antes acreditado en una capital de importancia. Siguiendo
los pasos de otros actores a los que quedaba pequeña su provincia, logró entrar
en la compañía llamada de los Reales Sitios (Aranjuez, Escorial, San
Ildefonso), que se había creado para dar representaciones exclusivamente para
la Corte.
María del Rosario siguió varios años
representando heroínas trágicas, con aplauso del escaso pero aristócrata
público, que acudía a estas funciones. La Tirana adoptó, como dice Moratín, “un estilo fantástico, expresivo, rápido y
armonioso, con el cual obligó al auditorio a que muchas veces aplaudiese lo que
no es posible entender”. Él mismo admiraba “la nobleza de sus actitudes, su animado semblante, el incendio de sus
ojos andaluces, su buen gusto y magnificencia, trajes y adornos”.
Representó obras de Calderón, don Ramón de la Cruz, Lope… y en noviembre de
1780 se presentó en escena con una tragedia por la que siempre sintió especial
predilección –poniéndola en escena en ocasiones solemnes–: Talestris, reina de
Egipto, de Metastasio, traducida por Ramón de la Cruz.
Continuó María del Rosario como primera
dama en el teatro de la Cruz, con Manuel Martínez: representó obras excelentes
del teatro antiguo, de Bances Candamo, Solís, Cañizares, Tirso, Rojas, Goldoni…
Haciendo La Locandiera, de este último, tuvo que luchar la actriz contra su
carácter, educación artística y hábitos teatrales, ajenos a todo lo jocoso;
pero su talento y fuerte voluntad crearon en ella una segunda naturaleza. En la
siguiente temporada, pasó al teatro del Príncipe, al frente de la misma
compañía. La inauguración fue con una obra de Calderón. “La Tirana” ocupó el
puesto de primera dama durante catorce años, hasta 1793, y siempre bajo la
batuta de Martínez. Su reputación iba aumentando hasta ser considerada por
unanimidad como la mejor actriz que tenía entonces España. Terminó el período
teatral con algunas excelentes comedias del siglo XVII, como El médico de su
honra y La dama duende, ambas de Calderón, o Entre bobos anda el juego, de
Rojas.
La que fue la mayor gloria del teatro
dieciochesco español terminó sus días como cobradora de lunetas (las primeras
filas de lo que hoy se conoce como patio de butacas). Para entrar en la
posesión de su puesto de cobradora en el teatro Príncipe tuvo que esperar a
1797, en que falleció María Hidalgo, que la poseía. Años después fue despojada
de su plaza y pidió que se le repusiera. Pero no hubo necesidad de hacerlo;
porque su estado de salud fue agravándose y falleció en su casa, calle del Amor
de Dios, el 28 de diciembre de 1803, a los cuarenta y ocho años de edad. Fue
sepultada, no en la capilla de la Novena o de los cómicos, como sus demás
compañeros, sino, por expresa disposición suya, bajo la bóveda del convento de
carmelitas descalzas, hoy iglesia de San José, en la calle de Alcalá.
Hacia 1794 Goya (ya sordo desde la enfermedad del otoño de 1792) entra en el círculo de la Duquesa de Alba, la noble más importante de su tiempo, protectora y amiga de actrices, literatos, pintores y toreros. Debido a este importante contacto, Goya va a realizar un buen número de retratos de los personajes del entorno de la Duquesa como Pedro Romero, José Romero o la Tirana. Se trata de una imagen de medio cuerpo en la que la figura viste un elegante traje de gasa blanca, lleva el cabello suelto y adornado con una rosa. Una transparente mantilla cubre sus hombros e impide observar el pronunciado escote muy a la moda. Los bordados del vestido resultan sorprendentes al igual que el gesto de la dama, verdadero punto de referencia de la obra. Cinco años después Goya ejecutará un nuevo retrato de esta actriz, ahora de cuerpo entero, como a su gran rival, la actriz Rita Luna. En el cuadro aparece altiva y con una mirada soberbia, con delicados atuendos.
Leandro Fernández de Moratín le dedicó
versos elogiosos.
Fuentes: revistaactores.com / wikipedia / artehistoria.
Me gustó está entrada pues conocía el retrato pero no tenía la referencia exacta de quien se trataba. Ahora abriste la puerta con tu reseña para que me interese por este personaje. Debió de ser una vida fascinante, aunque un poco triste al final. ¿Qué más sabes de ella?
ResponderEliminar¡Hola Carmen!
ResponderEliminarAquí puedes encontrar más información sobre "La Tirana": http://www.revistaactores.com/ua_revista/n5/web/enfoques_2.html
También te recomiendo este disco: http://www.diverdi.com/portal/detalle.aspx?id=39611
¡Un besote enorme!