domingo, 2 de junio de 2013

El mueble español del siglo XVII.

    El siglo XVII es en España una época de decadencia, y esto se notará en gran medida en el mueble. No habrá piezas tan lujosas como en otros países, hecho también determinado por las pragmáticas contra el lujo dictadas por los monarcas. Sin embargo, el mueble español del periodo barroco presenta una calidad nada desdeñable, una enorme personalidad y, sobre todo, un gran interés desde el punto de vista de las tipologías y de la búsqueda de la funcionalidad por encima de lo decorativo. Cabe señalar también, la creciente valoración del mobiliario respecto al siglo anterior. Teniendo en cuenta los inventarios de bienes se ven cambios importantes, llegando a ser los muebles en época de Carlos II, más caros incluso que los tapices. Respecto a las maderas seguirá predominando el nogal, seguido de lejos del palosanto y ocasionalmente, la caoba. Como materiales decorativos los más utilizados serán el hueso, el hierro forjado y el carey, además de cueros y terciopelos para las tapicerías. Los elementos utilizados para la decoración derivan de la arquitectura barroca, con frontones curvos, arquerías, columnillas salomónicas o montantes en forma de columna toscana. Aparecen motivos de gusto naturalista y se siguen empleando otros de diseño geométrico. La taracea se elabora sobre nogal macizo y va quedando relegada al ámbito popular ocupando su lugar el chapeado geométrico, que lleva a cabo dibujos estrellados y entrelazados, combinando los materiales de concha de tortuga y hueso.



    Dentro del mobiliario español del siglo XVII diferenciamos tres etapas: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Sin embargo, se trata de una división tan sólo aproximativa, dado que no serían fórmulas exclusivas para cada reinado. Se trata por tanto de una clasificación en principios, mediados y finales de siglo, siendo el de Felipe IV un estilo de transición. El mueble escritorio, conocido popularmente como bargueño, sigue siendo el más atractivo. Se importan de Flandes y de Nápoles los primeros de ébano, concha de tortuga y bronce con sobrepuestos de plata y pinturas y los segundos con marquetería, trabajados en marfil y ébano. El escritorio castellano es el de mayor importancia en España durante el siglo de oro. Las cajas de los escritorios tienen gran cantidad de herrajes y placas de hierro caladas, muchas veces doradas y puestas sobre terciopelo. El frente de gavetas dispone de una puerta que destaca sobre las demás y en donde se multiplican las columnillas. Además, en toda la superficie disponible se embuten plaquetas de hueso pintadas con pequeñas flores con sentido plenamente barroco. 

    Durante el reinado de Felipe III (1598-1621) nos encontramos un estilo aún muy ligado al siglo XVI. Se aprecia una gran influencia del estilo escurialense, pero ya con una mayor tendencia a la geometrización y la simplificación de las formas. También hay que tener en cuenta que el mayor protagonismo de los motivos decorativos es una característica barroca, por lo que indicará un avance dentro del siglo. Una de las más claras novedades de este primer tercio de siglo será la aparición del escritorio de columnillas, mueble que será cada vez más frecuente y que ganará en ornamentación con el paso de los decenios. Respecto al mueble de asiento, aparece un nuevo tipo de frailero, mucho más simple, que puede llegar a estar incluso desornamentado. Es un mueble que representa la pura esencia del diseño: mínima decoración, gran comodidad y estructura muy bien pensada. Además resulta barato, algo a tener en cuenta en la España en crisis del momento. Son muebles, asimismo, que pueden ya presentar tapicería acolchada, con relleno, además de al aire como hasta la fecha. Se puede ver un ejemplo de la época en el retrato de la reina Margarita de Austria realizado por Juan Pantoja de la Cruz (Museo del Prado).



    Como ya hemos mencionado, el periodo del reinado de Felipe IV (1621-1665) supone una transición entre el barroco temprano y la plenitud del estilo a finales del siglo. Sigue marcando la pauta el estilo escurialense, símbolo de la gloria perdida de España, pero la decoración irá ganando cada vez más terreno a la pureza de diseño del manierismo. En los escritorios de columnillas se multiplicarán la compartimentación de las superficies y los elementos aplicados, y se define un nuevo modelo de gavetas arquitectónicas, con los frentes decorados con arquerías. Aparecen también retículas octogonales, en relación con el rebrote de lo islámico propio del periodo de Felipe IV. La capilla del bargueño tendrá cada vez más importancia, y aparecerán los modelos de muestra descubierta. El lujo y la ostentación de que se hace gala en las grandes mansiones nobiliarias, es motivo de deseo e imitación por parte de los estamentos acomodados, especialmente los funcionarios de la Administración como escribanos, secretarios o consejeros. Los inventarios y testamentos de esta clase social recogen descripciones de infinidad de muebles en los que, más que auténtica riqueza, trasciende una “riqueza aparente” (aunque, no obstante, de gran calidad artesanal) con ejemplos de escritorios, armarios, arcas, mesas o bufetes, etc. de maderas nobles, ornamentados con aplicaciones metálicas, columnillas sobredoradas y chapados de marfil o hueso. Entre los muebles más utilizados en esta época se hallan los escritorios, denominados de varias maneras según sus dimensiones, si presentan o no tapa, portezuelas, cajones, gavetas o apartados interiores, etc. La terminología sigue siendo aún confusa aunque haya tipos visiblemente diferentes unos de otros.



    Respecto al periodo de Carlos II (1665-1700), el estilo se prolongará hasta principios del siglo XVIII. Se trata ya de un barroco pleno, sin significativas influencias del estilo que domina en el resto de Europa, el Luis XIV. Así, se conjugará la tendencia a la ornamentación con la pervivencia de las tipologías españolas. La decoración será en ocasiones tan profusa que llegue a ocultar la estructura, y se tenderá a introducir curvas en las patas, a aplicar color y una mayor cantidad de dorado. Ahora los escritorios serán mayoritariamente de muestra descubierta, frecuentemente presentarán una rica decoración tallada a modo de remate, como balaustradas, vasos clásicos, composiciones con cartelas y alas de águila, etc. Aparecen líneas oblicuas en los entramados geométricos y molduras en zigzag, y las capillas serán ahora más grandes que nunca. Las innovaciones también afectan al frailero, que podrá presentar un brazo mucho más ancho, con ménsulas en la parte inferior, e incluso los montantes enteramente tallados. La chambrana mantiene el canto superior recto, pero presentará el inferior recortado como si se tratase de un faldón de consola, con abundante talla vegetal. Asimismo, puede ser ya un mueble más ancho y en ocasiones llevará remates de latón en los montantes del respaldo. Un ejemplo bastante sencillo en su ornamentación pero ya de gran tamaño, y con los brazos curvos tallados lo tenemos en el retrato de Mariana de Austria pintado por Juan Carreño de Miranda hacia 1670 (Museo del Prado).


2 comentarios:

  1. Hi Pedrete,
    I love the paintings you show. But would you somehow put a translator into your blog? I would be really interested in what you write.
    ;-)
    Thanks,
    Christine

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    Respuestas
    1. Hi Christine!

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      Thank you for your visit!

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