viernes, 9 de agosto de 2013

Marie-Jeanne Rose Bertín.


La ministra de modas.

    Marie-Jeanne Rose Bertin (2 de julio de 1747, Abbeville, Picardie, Francia - 22 de Septiembre de 1813, Epinay sur Seine) fue unamarchande du modes. Sombrerera y modista de la reina Marie Antoinette fue la primera diseñadora francesa célebre. Se le acredita abiertamente el haber traído la moda y la alta costura a la palestra pública.

    Marie-Jeanne Rose Bertin, conocida como Rose Bertin, vio cómo su carrera de sombrerera y modista (“marchande de modes”) se disparaba cuando Mare Antoinette, la joven reina de Francia, la convirtió en su “Ministra de la moda”. Junto a la soberana, esta costurera tendría una gran influencia en la moda de su época e implantaría las bases de la alta costura.




    La tienda de Rose Bertin estuvo localizada cerca de la Opera de Paris en la "rue Saint-Honore", epicentro de la moda europea. Su establecimiento ostentaba grandes ventanas con muestras diseñadas para distraer a los transeúntes del Palacio Real. Con sus artísticos arreglos de sombreros, chals, abanicos, sombreros, lentejuelas, encajes, flores de seda, piedras preciosas, cordones y otros accesorios. La muestra funcionaba como el hechizo del canto de una sirena. Una vez atraído hacia el interior, conducido en la puerta por un hombre uniformado, el potencial cliente se encontraba a sí mismo en un lugar lujoso cual salón de aristócrata; figuras doradas adornaban los techos, largos espejos y finas pinturas colgadas en las paredes, y costosos muebles que estaban repartidos entre pilas de damascos, sedas, brocados y otros tejidos que anunciaban el verdadero propósito del lugar. Rose Bertin presidía el equipo de elegantes vendedoras con aire de suprema autoridad.

    Bertin fue aprendiz de modista a muy temprana edad, a los 15 años llega a Paris. Abrió su propia tienda de ropa "Le Grand Mogol" en 1770 y rápidamente encontró clientas entre las influyentes damas de la nobleza, incluyendo a la duquesa de Chartres, que se encaprichó con sus diseños.

    Cuando Marie Antoinette llega de Austria a Francia, acoge los nuevos estilos y modas como forma de mostrar su sincera dedicación a su nuevo país. La duquesa de Chartres le presenta a Rose Bertin en 1772. En un cuarto especial en el palacio de Versalles Rose Bertin creaba nuevos y numerosos vestidos para la reina Marie Antoinette, ya que Bertin no podía ser admitida en el compartimiento donde esperaba la reina y sus damas, por ser plebeya.



    Dos semanas, después de la coronación de Marie Antoinette, Bertin presentaba sus nuevas creaciones a la joven reina y pasaba horas discutiendo sus creaciones. La reina adoraba su guardarropa y estaba apasionada con cada detalle y Bertin su sombrerera se convirtió en su confidente y amiga.

    Encargada por Luís XVI de organizar los placeres de la Corte, María Antonieta se apasionó especialmente por la moda. Para garantizar el éxito de sus apariciones públicas, la reina no dudaba en recibir a la plebeya Rose Bertin a solas para recibir sus consejos estéticos, aunque ello significase transgredir las normas de etiqueta. Así pues, Rose Bertin influenció la moda de su época lanzando sin cesar nuevas tendencias, como el Gran Vestido de Corte (“Grand Habit de Cour”), los tocados altos o los vestidos campestres de muselina con que María Antonieta se vestía en Trianón. Todo ello hizo que muy pronto se la considerase la “Ministra de la moda”.

    Bertin usaba y exageraba las modas más importantes para Marie Antoinette con peinados altísimos. La moda del Pouf alcanzó tales extremos que se convirtió en la marca del periodo, llegando a decorar el cabello con ornamentos y objetos que mostraban eventos recientes. Trabajando con Leonard, el peluquero de la reina, Bertin creaba peinados que se volvían el furor de toda Europa: el cabello podía ser adornado, estilizado, cortado dentro de definidas escenas, y modelado dentro formas y objetos y oscilaba desde recientes chismes de nacimientos de las infidelidades de los maridos hasta barcos navieros franceses como el Belle Boulle, hasta el Pouf “a los insurrectos” en honor a la guerra de revolución norteamericana. El peinado más famoso de la reina fue “la inoculación” pouf que ella usaba para publicitar su éxito al persuadir al rey para vacunarse contra la viruela.



    La moda continuó su fluctuante progreso; y los sombreros y adornos de la cabeza altísimos con sus superestructuras de gasa, flores y plumas, impedían a las mujeres encontrar carruajes suficientemente altos para entrar, y muy a menudo se les veía inclinadas, o manteniendo sus cabezas adornadas fuera de la ventana. Si el uso de estas extravagantes plumas y adornos en la cabeza hubiera continuado, dicen las memorias de este periodo muy seriamente, habría efectuado una revolución en la arquitectura, y  hubiera sido necesario agrandar las puertas y techos de los teatros, y particularmente el cuerpo del carruaje.

    La reina ordenó los más recientes looks a Rose Bertin, entre ellos el provocativo “robe a la polonaise”, con el corpiño que realzaba el pecho, y ondulantes faldas que descubrían los tobillos.Todo el conjunto era coronado por un "pouf" rematado con pamelas de paja adornadas con cintas y flores de tela.
    
    Los imponentes robes à paniers cubiertos con pedrerías y volantes, los zapatos bordados con diamantes, y los peinados monumentales son llevados esencialmente en la corte, en los bailes, en las fiestas o en el teatro. En la vida ordinaria, bajo la influencia de las ideas de Jean- Jacques Rousseau que predica la simplicidad de las costumbres y una vuelta a la naturaleza, la moda tiende hacia una mayor sobriedad. Se adoptan los vestidos simples tales como la “robe à la polonaise”, también llamado “robe à la reine”, cuyos lados traseros podían ser levantados o bajados gracias a cordones.



    A partir de los años 1780 una cierta anglomanía se apodera de la moda francesa.  Marie Antoinette adopta esta anglofilia usando el redingote, (riding-coat) Abrigo de montar a caballo, con lo que ofende a los patriotas franceses.

    Marie Antoinette convocó a Bertin para vestir unas muñecas a la última moda como regalo para sus hermanas y su madre la emperatriz  María Theresa de Austria, estas muñecas fueron llamadas "Pandoras", y podían estar hechas de cera, madera o porcelana, tenían un poco menos del tamaño que una muñeca de juguete común, o podían ser tan grandes como la mitad o igual a una persona real. Estuvieron en boga antes de la aparición de las revistas de moda.

    En 1783 Marie Louise Élisabeth Vigée-Lebrun retrató a Marie Antoinette luciendo la famosa "robe chemise" diseñada por Rose Bertin, lo cual fue tan escandaloso para su época que se tuvo que pintar un segundo retrato de la Reina con un adecuado vestido de corte.

    Bertin llega a vestir a la reina Sophie-Madelaine de Suecia, a la reina María Luisa de España, a la reina de Bohemia, a la reina de Suiza, a la Duquesa de Devonshire y a la Zarina de Rusia, y otras personalidades de la época, creando un auténtico imperio del traje desde su tienda en la calle Saint Honoré.



    Los vestidos y el cabello se convirtieron en el vehículo personal de la expresión de Marie Antoinette, y Bertin vistió a la reina desde 1770 hasta su destronamiento en 1792. Bertin llegó a ser la figura más poderosa de la corte, y ella presenció y algunas veces efectuó profundos cambios en la sociedad francesa. Sus largos y ostentosos trajes aseguraban que quien los usara tomaría al menos tres veces más espacio que su contraparte masculina, en este sentido daba a la figura femenina una imponente y no pasiva presencia. Sus creaciones también establecieron a Francia como centro de la moda, y desde entonces los vestidos hechos en Paris fueron enviados a Londres, Venecia, Viena, St. Petersburgo y Constantinopla. La imitada elegancia parisina establecía la reputación mundial de la" haute couture française".

    Amiga íntima de la reina, su posición le permitió convertirse rápidamente en la primera sombrerera y modista del reino y amasar una considerable fortuna. Entre sus clientes se encontraban la familia real, la retratista Elisabeth Vigée-Le Brun, el Marqués de Lafayette e incluso algunas reinas extranjeras. Sin embargo, en vísperas de la Revolución, mientras el pueblo moría de hambre, numerosos panfletos denunciaban a Rose Bertin como una “fabricante de lujo corrompida y corruptora”. Bajo el generoso patrocinio de la reina, el nombre de Bertin se convirtió en el sinónimo de la elegancia y de los excesos de Versalles. La cercana relación de Bertin con la Reina la proveyó de una valiosa experiencia en cuanto al significado de la moda en el aspecto social y político en la corte francesa.

    Mientras culpaban a la reina de todos los derroches y excesos, las francesas la imitaron oculto. No había una sola mujer que no imitara el mismo vestido, la misma capa y las mismas plumas que le habían visto usar a la reina. Las mujeres se agolpaban alrededor de Mademoiselle Bertin, su sombrerera y modista. Había una absoluta revolución en el vestido de las damas, quienes daban importancia a esa mujer. Las madres y maridos murmuraban, dando lugar a escenas de discusiones domésticas con la queja de que: "Esa reina será la ruina de todas las damas francesas".



    Los precios de Rose Bertin eran exorbitantes, así lo documentan los records anuales de los gastos de ropa de Marie Antoinette en las cuentas de la modista, pues la reina nunca usaba nada dos veces. Los trajes y sombreros de Bertin podían fácilmente costar 20 veces más de lo que una hábil costurera de la época ganaba al año.

  Cuando estalla la revolución, Marie Antoinete instintivamente abandona las nuevas tendencias. Nerviosos, los burgueses y nobles, incluyendo el rey, adoptan la insignia tricolor republicana con simples y modestos trajes tricolores. Pero la reina utiliza una insignia blanca Borbón, y un nuevo vestido de color purpura y dorado, y usa sus diamantes. Todos podían ver como Marie Antoinette no tenía sentido político, solo una fe ciega en el privilegio real. Su destino sería firmemente marcado con la toma de la Bastilla.

    En los primeros días de la Revolución, los modistas se inspiraron en los acontecimientos para confeccionar nuevas colecciones como las ligas “a la Mirabeau”, o los sombreros “a la Desmoulins”. Reticente, Rose Bertin rechazó crear vestidos “a la igualdad” o las pañoletas “a la constitución”, y tan sólo sacó algunas escarapelas. Por otra parte, tras el encarcelamiento de la familia real, la modista continuó entregando prendas a María Antonieta, aunque más modestas. Las últimas prendas que llevó la reina, durante su traslado a la Conserjería, las había realizado “Le Grand Mogol”, el establecimiento parisino de Rose Bertin. Ni siquiera la naciente revolución hizo bajar los precios de Bertin, la demanda de vestidos y el apego de la Reina a la moda fue lo que quizás la llevo al arresto que resultara en llevarla a la guillotina.

    A principios del mes de junio de 1791, previo al plan de escape de Marie Antoinette y su esposo, arreglado para el 20 de ese mes, la Reina ordenó a Rose Bertin una gran cantidad de trajes para viajar para ser hechos lo antes posible. El descubrir la orden, se cree fue la confirmación de la sospecha del plan de escape de la Familia Real fuera de Francia.



    Durante la Revolución Francesa, cuando muchos de sus nobles clientes fueron ejecutados (incluyendo la reina, guillotinada) o huyeron al extranjero, Bertin trasladó su negocio a Londres.
  
    Mientras tanto, pudo atender a sus antiguas clientes entre las emigrantes, y su moda de las muñecas de moda (pouppeè du mode) continuó circulando por capitales europeas, tan lejanas como St.Petersburgo.

    Eventualmente Bertin regresó a Francia en 1795, donde Joséphine de Beauharnais (primera esposa de Napoleón) se volvió clienta por un tiempo, pero encontró que esos excesos de la moda pasada, se habían debilitado tras la Revolución Francesa.

    Al iniciar el siglo XIX , Bertin transfirió su negocio a su sobrina y se retiró. Murió en 1813 en su casa de Epinay sur Seine.

    La revolución del vestir – las últimas tres décadas del siglo XVIII son consideradas una revolución de la moda cuando las marchandes de modes emergieron como una fuerza mayor en el negocio del tejido francés, guiada por el crecimiento de la producción textil y los cambios de actitud hacia el consumo.

Fuentes: Wikipedia y Chateau de Versailles.

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