Las costumbres de la Antigua
Roma son las rutinas diarias de los habitantes, las ciudades, los
oficios, la economía, sus necesidades y sus beneficios.
La ciudad.
Durante la época imperial, Roma fue la ciudad más poblada y
espléndida del mundo. En Roma tenía lugar una animada vida
social y comercial. Su prosperidad económica y el hecho de ser la capital política se
conjugaron para que su planta urbana se llenara de bellas estatuas,
imponentes edificios, y arcos y columnas conmemorativas
de los triunfos militares.
La vivienda.
Las viviendas de la
antigua Roma tenían tres modalidades principales: domus e insulae
como viviendas urbanas (rica y modesta, respectivamente) y villae en
el campo. Las casae o viviendas de esclavos y clases
bajas, construidas con medios muy precarios, se han conservado con mayor
dificultad.
Los latinos, en la Italia
prerromana vivían en cabañas redondas o elípticas, coronadas por un
techo cónico de paja. Tenían puertas cuadradas y ventanas con una o
dos hojas. Se disponían sobre una base que las aislaba de la humedad. Así sería
la cabaña de Rómulo (que
durante siglos se veneró en el Palatino)
y las viviendas del primer asentamiento de Roma.
Bajo la influencia de los etruscos, estas casas se convirtieron
en rectangulares, y para albergar a toda la familia, formaban un recinto en
torno a un patio central que daba a un jardín (hortus),
también en el recinto. Al fondo del patio central, se encontraba el tablinum,
originalmente la habitación donde dormía el padre de familia. En esta sala
también se situaba el pequeño santuario dedicado a los Lares y Penates, muchas veces situado en un nicho en la pared. Esta forma
apenas evolucionaría para llegar a convertirse en una villa rústica (pars
rustica).
Las viviendas de la Antigua Roma
permitieron acomodar a todos los estatus de la sociedad romana que, sobre todo,
durante el Imperio Romano, se convirtió en una sociedad muy jerarquizada. En Roma,
debido a la escasez de tierra, el patio central se redujo al atrium.
Las viviendas evolucionarían hacia las insulae para los
pobres. Para los ricos, las domus, que derivarían en palacios o villas, fuera de las ciudades.
Las villae.
La villa romana originalmente era una morada rural
cuyas edificaciones formaban el centro de una propiedad agrícola. Constituyen
uno de los ejemplos más notables de edificación romana.
Sus orígenes se remontan a las villas griegas del siglo
V a. C. y aparecen en la zona del Lacio un siglo más tarde. Estas propiedades podían consistir en
pequeñas haciendas dependientes de trabajo familiar o por el contrario en
grandes propiedades, con trabajadores esclavos, o siervos. En los
siglos II y I a. C. se produce un crecimiento económico y la
paulatina desaparición de los pequeños agricultores paralela a un significativo
aumento de los latifundios. Esto repercute positivamente en las villae,
cuya parte residencial pasa a ser cada vez más sofisticada y elegante
constituyéndose en magníficas domus.
Construidas frecuentemente en
torno a un patio, comenzaban a ser edificadas como casas de campo para los
ricos, siendo cultivadas por arrendatarios y supervisadas por un administrador (vilicus).
La mayoría de estas villas son abandonadas a finales del siglo
II d. C. y las que perduran son transformadas de forma radical. Las
causas son, fundamentalmente, una restructuración de la producción motivada por
la concentración de tierras y la competencia con la producción africana. A
partir del siglo IV muchas se transforman en lugares de culto y algunas
compaginan ambas funciones, constituyéndose en un factor importante de la
cristianización del mundo rural. En el valle
del Guadalquivir perduran algunas villas hasta el siglo VII
transformadas en iglesias cristianas. Las invasiones bárbaras unidas a un
cambio en la cultura y en la propiedad acaban con las últimas villas.
La villa suburbanae (urbanas):
Residencia de la aristocracia romana, tiene su origen en el palacio helenístico.
A partir del siglo I a. C. el peristilo es el espacio
dominante, desplazando al atrio. Se han hallado en la Campania y el Lacio. La mejor conservada es La villa de los misterios en Pompeya del
siglo II a. C. Las villas suburbanae pueden ser de varias clases: con
atrio; con atrio y peristilo, con peristilo, con pabellones y en forma de
hemiciclo o de "U".
Las villas imperiales: Son edificaciones donde residía el
emperador, por ello están bien protegidas y su grandiosidad y exquisita
decoración dan muestras del poder imperial. Comienzan a construirse a partir
del siglo I d. C. con la llegada del nuevo régimen. La más antigua de
las conocidas es la del emperador Tiberio en
Capri, construida en una isla. La villa
de Adriano en Tívoli es una de
las más impresionantes y en ella se dan cabida los monumentos más
representativos del imperio.
La domus.
La domus era de
origen etrusco y de estructura rectangular, y se acabó convirtiendo
por influencia griega en una vivienda amplia para gentes adineradas. Tenían un
sólo piso, dividido en habitaciones designadas para un sólo uso: comedor,
dormitorio, etc. Se entraba por el corredor vestibulum en su
parte exterior y fauces en el interior hasta llegar al atrium,
que era un patio que actuaba como núcleo central de la casa. Era muy amplio y
luminoso, con una abertura en el techo llamada compluvium por donde
entraba la luz, el aire y la lluvia, que correspondía a una pila rectangular
llamada impluvium, destinada a recoger el agua de la lluvia. En él se
hallaban el lararium (altar doméstico) y la caja de caudales
familiar.
Tras el contacto con los griegos,
se anexionó al domus el peristylum, rodeado de un pórtico,
a veces con dos pisos, sostenido por columnas. El despacho del pater familias se llamaba tablinum e
interconectaba el peristilium y el atrium. La
cocina era muy pequeña, y generalmente próximos a ella estaban los retretes y
el baño. Las habitaciones para dormir, separadas por cortinas se llamaban Cubícula;
para comer, triclinium. Las dependencias del servicio no tenían un lugar
fijo en la casa.
El mobiliario de las casas
romanas era muy escueto y funcional. Las camas le servían a los romanos, además
de para dormir, como sofá, para comer recostados o para mantener relaciones
sexuales. Para el alumbrado de las casas se utilizaban antorchas, velas y lámparas
de aceite. Las habitaciones se calentaban por medio de estufas de bronce o braseros fijos. El suelo estaba
cubierto por mosaicos, cuyos
temas hacían referencia a la finalidad de la habitación donde se encontraban.
Las paredes solían estar decoradas con pinturas y cortinajes.
Las insulae.
Los orígenes de las insulae están en la superpoblación, pues eran edificios de varios pisos con balcones. Parece ser que los edificios de cinco o seis pisos eran corrientes en Roma y Tertuliano menciona uno posiblemente mayor.
Carecían de agua corriente, eran poco confortables y de mala calidad, lo que propiciaba los incendios y hundimientos. La frecuencia de los incendios por lámpara de aceite hacían relativamente baratos los pisos más altos, al ser los más difíciles de evacuar. La mayoría eran de alquiler, y en ellas vivían las clases populares. Era tal la carencia de servicios que por la noche se tiraban por la ventana todo tipo de desechos.
Comercios, alojamientos y talleres.
En la Antigua Roma, una taberna (del latín taberna,
plural tabernae) tenía varias acepciones.
Originalmente, designaba
una choza o cabaña que
posteriormente se dedicaría a depósito y que pasarían a ser genéricamente tiendas.
Estas tabernae se situaban generalmente en los bajos de las insulae,
abiertas a las vías principales de las ciudades. Los locales, individuales, con
gran portada, solían estar cubiertos con bóveda de cañón y disponían de una ventana encima de ella para que entrara la luz a una buhardilla de
madera que servía de almacenamiento. Se puede apreciar este modelo en los
grandes mercados romanos, como en el famoso de Trajano en Roma,
construido entre los años 107 y 110 por Apolodoro de Damasco. En este
mercado, las 150 tiendas o tabernae estaban distribuidas entre
sus cinco pisos.
De acuerdo con la Cambridge
Ancient History, una taberna era una "unidad
minorista", en el Imperio romano donde tenían lugar muchas
actividades económicas y de servicios incluyendo el comercio y venta de fruta,
pan, vino, aceite, pescado, carne, especias (pipera), etc. o talleres de
artesanos. Se habla de tabernae vinariae a los
establecimientos especializados en el consumo de vino y comida y de taberna
argentaria al establecimiento dedicado a la banca.
Este tipo de comercio, probablemente
apareció por primera vez en la Antigua Grecia en los lugares que
fueron importantes para las actividades económicas en torno a finales de los
siglos V y IV a. C. Con la expansión del Imperio Romano en el
Mediterráneo, se incrementó el número de tabernae, haciéndolas
importantes en la economía urbana de las ciudades o colonias romanas como en Pompeya, Ostia, Corinto, Delos, Cartagena o Narbona. Muchas
de estas ciudades fueron importantes puertos desde donde se importaban también,
bienes exóticos y de lujo.
Como Roma crecía, sus tabernae se
volvieron más lujosas, adquiriendo buena o mala fama según sus servicios. Uno
de los mejores hoteles fue la Taberna Caedicia en la Vía Apia.
Muchas ciudades crecieron a lo largo del tiempo alrededor de un complejo de
tabernas, como es el caso de Tawer en Renania, Alemania, Tafers en Suiza y Saverne en Alsacia,
Francia, cuyos nombres se derivan asimismo de la palabra taberna.
Era una parada en una calzada romana donde descansar o pasar la noche, para viajeros algo más pudientes que requerían algo más refinado que las cauponae. En los primeros tiempos de las calzadas, las casas situadas cerca de alguna calzada eran obligadas por ley a ofrecer hospitalidad al que lo requiriera. No hay duda de que las casas más frecuentadas se convirtieron muy pronto en las primeras tabernae, las cuales eran más parecidas a "hostales" que a las "tabernas" como las concebimos actualmente.
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