jueves, 23 de mayo de 2013

La pederastia en la antigua Grecia. I


    La pederastia griega (del griego παιδεραστία), idealizada por los griegos desde la época arcaica, era una relación entre un joven adolescente (ἐρώμενος, erōmenos, 'amado') y un hombre adulto que no pertenecía a su familia próxima (ἐραστής, erastēs, 'amante'). Surgió como una tradición aristocrática educativa y de formación moral. Los griegos la consideraban por ello un elemento esencial de su cultura ya desde los tiempos de Homero. Es importante señalar que la diferencia de edad entre erōmenos y erastēs es paralela a la que se daba entre los contrayentes del matrimonio en la antigua Grecia: un hombre en la treintena y una jovencita de entre quince y dieciocho años. También cabe remarcar que el erómeno era un adolescente ya entrado en la pubertad y no un niño, como se entiende en el concepto actual de pederastia.

 
    El término deriva de la combinación de dos vocablos griegos: παιδ- (raíz de παῖς, παιδός, 'niño' o 'muchacho') y ἐραστής (erastēs, 'amante'; cf. erotismo). En un sentido más amplio, la palabra se refiere al amor erótico entre adolescentes y hombres adultos. Los griegos consideraban normal que un hombre se sintiese atraído por la belleza de un joven, tanto o más que por la de una mujer. Sólo había controversia sobre la forma en que debía expresarse este deseo.

    La pederastia estaba muy relacionada con la tradición atlética y artística de la desnudez en la gimnasia, con la costumbre de matrimonios tardíos para los varones, con los banquetes y con el hecho de que las mujeres estuvieran recluidas en sus hogares. También era algo fundamental para el entrenamiento militar griego y un factor importante en la formación de sus tropas.

    Los griegos antiguos fueron los primeros en describir, estudiar, sistematizar y establecer la pederastia como una institución. Múltiples teorías intentan explicar el origen de esta tradición. Una escuela de pensamiento, representada por Bernard Sergent, sostiene que el modelo de la pederastia griega evolucionó a partir de los ritos de paso a la edad adulta indoeuropeos, los cuales a su vez tenían sus raíces en las tradiciones chamanísticas neolíticas. Según otra explicación, expuesta por académicos ingleses como William Percy, la pederastia surgió en la antigua Creta alrededor del año 630 a. C. como un medio de controlar la natalidad, retrasando la edad promedio del matrimonio de los hombres hasta la treintena.

    La pederastia no se practicaba del mismo modo en toda la antigua Grecia, pues había una gran diversidad de formas según las regiones y el periodo donde se llevara a cabo. En algunas zonas, como en Beocia, el hombre y el muchacho se unían formalmente y vivían juntos en pareja. En otras, como en Elis y Atenas, se convencía con regalos a los jóvenes para que mantuvieran una relación de noviazgo, y en unas pocas, como Jonia, estas relaciones estaban completamente prohibidas. Por otro lado, a pesar de todo lo dicho sobre los espartanos, parece ser que practicaban la pederastia de una forma casi casta. Un hombre libre podía enamorarse de un joven, proclamarlo públicamente y cortejarlo hasta que éste lo aceptara como compañero.

    Todas las variantes tenían, sin embargo, características comunes: el erastés se convertía siempre en una especie de tutor legal, mentor y amigo del chico. Diferían en los rituales, en la forma de convivencia y el grado de intimidad que alcanzaba la pareja.

    Algunos poetas, como Teognis y Anacreonte, se auto definían como pederastas. Al presentarse de esta manera trataban de encarnar sus propios ideales en la tradición. En el caso de Teognis, la pederastia era política y pedagógica, una forma que la élite masculina tenía de traspasar su sabiduría y valores a sus amados. En cambio, las ideas de Anacreonte son hedonistas, tanto erótica como espiritualmente; pero no por ello resultan menos idealistas que las de Teognis, pues promulgaba como virtud la moderación de los amantes.

    La pederastia griega atravesó una serie de cambios a lo largo del milenio en que existió hasta desaparecer como institución oficial. En el caso de Atenas, parece que estas relaciones devinieron luego de un gran recato en la época arcaica en una práctica más carnal y sin restricciones en la época clásica, seguida de un retorno a una forma más espiritual en sus últimas etapas, que se asemejaba a sus comienzos. Su fin como práctica oficial llegó con un decreto del emperador Justiniano: el mismo que también puso fin a otras instituciones que sustentaban la cultura clásica, como los Juegos Olímpicos y la Academia de Platón.


    La relación erastés-erómeno era fundamental para el sistema social y educativo de la Grecia clásica. Tenía complejas normas de etiqueta sociales tanto a nivel social como sexuales y se consideraba una institución entre las clases superiores. El amante adquiría el estatus de un familiar masculino o mentor del amado. Su tutoría estaba sancionada por el Estado, como evidencian las leyes que regulaban y controlaban esta relación. Así mismo estaban consagradas por el estamento religioso, como se puede ver en multitud de mitos que describen tales relaciones entre un dios y un héroe (Apolo y Jacinto, Zeus y Ganímedes, Heracles e Hilas y Pan y Dafnis; y entre dos héroes: (Aquiles y Patroclo, Orestes y Pílades). Es interesante destacar que los griegos intentaban proyectar apariencia de pederastia, en las maneras, en estas dos parejas, a pesar de que todas las pruebas demuestran que estos dos mitos fueron originalmente creados para simbolizar una relación entre iguales de dos adultos.

    En las fuentes literarias, la pederastia es descrita principalmente como una institución reservada a los ciudadanos libres.

    Los documentos históricos y también mitológicos sugieren que la relación pederasta requería el consentimiento del padre del chico. En Creta se llevaba a cabo un rapto ritual, antes del cual el padre del muchacho tenía que autorizarla y dar el visto bueno al pretendiente valorando su honorabilidad. En Atenas, como afirma Sócrates en el Simposio de Jenofonte: «El amante honrado nada (de lo que incumbe al chico) oculta al padre» Esto concuerda con el importante papel del patriarcado griego que tenía derecho de vida o muerte sobre los hijos. También coincide con la importancia que un hijo suponía para un padre. Además de los lazos afectivos entre ellos, un hijo varón era la única esperanza para la supervivencia de un apellido, de su fortuna y linaje. Para proteger a sus hijos de intentos inapropiados de seducción, los padres les asignaban esclavos llamados pedagogue para vigilarlos. Aunque, de acuerdo con Aechines, los padres atenienses rezaban para que sus hijos fueran guapos y atractivos, sabiendo que esto atraería la atención de los hombres y "se pelearían por ser el objeto de su pasión". El muchacho, para ser objeto de deseo, debía reunir los requisitos para una relación pederasta: tenía que ser kalós (καλός) bello, y agathós (ἀγαθός), bueno, valiente, justo y modesto. Se esperaba del joven que fuera recatado y no se dejara conquistar fácilmente.

    Los chicos empezaban en la pubertad a mantener estas relaciones, aproximadamente a la misma edad en que las chicas eran entregadas en matrimonio, también a maridos bastantes años mayores. Había una diferencia entre ambos tipos de enlaces: los chicos generalmente tenían que ser cortejados y eran libres para elegir a su pareja; las chicas en cambio no tenían elección y sus matrimonios eran concertados entre el padre y el pretendiente. Y frecuentemente eran usadas en acuerdos para obtener beneficio económico o político.

    El patrón general era que el miembro joven mantuviera esta relación hasta que alcanzara la madurez. La pederastia estaba ampliamente aceptada como parte del ritual de paso a la madurez masculina, aunque esta función es todavía debatida.

    La función principal de la relación parece ser que era la introducción del joven en la sociedad adulta y las responsabilidades adultas. Para este fin se esperaba del mentor que enseñara al joven o que velara por su educación, y que diera los regalos ceremoniales oportunos. Por ejemplo, en Creta eran un buey, una armadura y un cáliz. Representaban las áreas de la agricultura, guerra y religión en los que debía desarrollarse. En Beocia, el erómenos recibía un equipamiento militar completo. Además muchos de los regalos estaban vinculados a la función educativa, como instrumentos musicales o de caza. El lazo entre los dos participantes parece que estaba basado en parte por el deseo y amor (generalmente expresado sexualmente) y en parte por los intereses políticos de ambas familias. Un aspecto importante era la amistad entre ambos, expresada por el proverbio de la época: «Un amante es el mejor amigo que un chico tendrá nunca.»

    Estas relaciones eran abiertas y públicas e incluso formaban parte de la biografía de una persona. Así, cuando los historiadores espartanos escribían acerca de un personaje, generalmente lo indicaban como de quien había escuchado o de quien se había inspirado.

    Para el muchacho, y su familia, representaba una gran ventaja tener un mentor mayor e influyente que ampliara su red social. Así, algunos consideraban deseable haber tenido muchos amantes/mentores en sus años jóvenes por dos razones: para demostrar su atractivo físico y para poder forjarse una importante posición social en el futuro. A menudo, después de haber terminado su relación sexual y cuando el joven ya se había casado, se mantenían fuertes lazos de amistad con su erastés de por vida. Los griegos alababan a estos amantes que continuaban su amor después de la madurez de sus amados, diciendo: «Puedes levantar un toro si lo portaste de ternero».

    La pederastia fue la forma idealizada y formal del homo-erotismo con jóvenes, aunque como en otras costumbres sociales, existieron otras variantes menos idílicas, como la prostitución o el uso de chicos esclavos. Sin embargo, otras formas estuvieron prohibidas: como que un esclavo hiciera el amor a un chico (aunque su acceso a las mujeres no estaba impedido) o pagar a los chicos u hombres jóvenes libres a cambio de sexo. Los jóvenes que hubieran vendido sus favores sexuales, eran generalmente ridiculizados y estigmatizados, en su vida futura se les prohibía desempeñar ciertas funciones oficiales. La acusación del político ateniense Esquines, en 346 a. C., en su discurso Contra Timarco es un ejemplo de cómo estas regulaciones eran usadas para obtener ventaja política. En sus discursos contra el mantenimiento de los derechos políticos de Timarco, un experimentado político de mediana edad, argumenta que éste en su adolescencia fue el mantenido de una serie de hombres adinerados. Esquines ganó el caso y Timarco fue condenado a la atimia. Pero Esquines es cuidadoso al reconocer lo que todos sabían en Atenas: sus propios devaneos con jóvenes guapos y los poemas eróticos que les dedicaba, así como los apuros en el que se vio metido por estos, ninguno de los cuales, se apresuró a señalar, fue a cambio de dinero.

    Aunque legal, no era infrecuente que la relación fracasara, y se decía acerca de muchos chicos que «no odiaban a nadie tanto como al hombre que fue su amante». Ver como ejemplo la muerte de Filipo II. Por ello, los cretenses hacían declarar al chico si la relación había sido de su agrado, dándole así una oportunidad de romperla si se había ejercido cualquier violencia contra él.

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