domingo, 22 de septiembre de 2013

Jean Patou.

    Modisto y diseñador francés, nacido en Normandía en 1880 y desaparecido prematuramente en 1936.


    Nacido en una familia de curtidores, su tío tenía una empresa peletera en la que empezó a trabajar en 1907. Cinco años más tarde abrió una pequeña tienda de confección en París, la Maison Perry, en la que empezó a diseñar sus colecciones. La guerra interrumpió esta prometedora carrera; luchó como capitán de infantería y, en 1915, tomó parte en la batalla de Dardanelos, con el cuerpo de elite de los zuavos. Esta experiencia le marcó para el resto de su vida pues el joven despreocupado y alegre que era, tuvo oportunidad de conocer el miedo y el horror de la guerra.

    En 1919 volvió a París y reanudó su negocio, esta vez con su propio nombre. Abordó su actividad de modisto desde una nueva perspectiva: adaptar la moda a los nuevos tiempos que se vivían. Así pues, se convirtió en un empresario consciente de que para hacer triunfar su negocio había que arriesgar. Sabía que había perdido muchas de sus antiguas clientes, parte de las cuales se habían puesto en manos de Coco Chanel, atraídas por las renovadoras ideas de la francesa. Tomó entonces la decisión de dejar a su rival la clientela más moderna, mientras él optaba por atraerse a la alta sociedad. Para ello contrató a un equipo de colaboradores extraordinarios, que supieron transmitir el cambiante espíritu de los años veinte y convirtieron su moda en el símbolo del período de entreguerras. En su siguiente colección presentó vestidos de estilo pastoril, con faldas acampanadas, muchas veces bordadas al estilo ruso.


    Patou se caracterizó por su simplicidad en las líneas y los colores, un estilo deportivo y sencillo que pronto triunfó en los Estados Unidos y en las elegantes villas de Montecarlo, Biarritz o Deauville. La clave de su diseño era la sencillez, que se resumía en el talle natural y la silueta simple. Él fue el creador de los suéters a rayas blancas y azules combinados con faldas plisadas y del nuevo estilo de traje de baño; también fue el primero en comprender la importancia de los accesorios, a los que él denominaba "futesas", y en firmar éstos con su anagrama artístico, de tal forma que sus modelos y complementos fueran siempre reconocibles. Empresario, como se dijo antes, a quien no le importaba arriesgar, hizo desfilar en 1924 a seis maniquíes norteamericanas en alta costura, algo impensable en aquel tiempo, pues la morfología de americanas y europeas era diferente. En 1929 presentó la línea princesa, vestidos rectos sin corte a la cintura, lo que daba la impresión de que ésta se hallaba a la altura de las caderas.


    Fue también un apasionado amante, que hizo de sus pasiones femeninas sus modelos y embajadoras. Una de ellas fue la tenista Suzanne Lenglen, quien lució sus modelos dentro y fuera de la pista. Causó sensación entre el público femenino cuando se presentó en la pista de tenis de Wimbledon con una falda blanca plisada hasta la rodilla y un cárdigan sin mangas, un modelo que hoy día continúa siendo de plena actualidad.

    No es de extrañar, por tanto, que cuando el modisto decidiera crear sus propios perfumes, allá por el año 1925, los nombres de éstas evocaran las tres etapas del amor: Amour-amourQue sais-je? y Adieu sagesse; asimismo, estos tres perfumes estaban pensados especialmente para los tres tipos de mujer: Amour-amour era una fragancia embriagante pensada para las pasionales mujeres morenas, Que sais-je? fue una composición floral destinada a las rubias, y Adieu sagesse, con notas fuertemente especiadas, destinado a las sensuales pelirrojas.


    Él fue el primero en lanzar un perfume unisex, Le sien, pensado para hombres, pero también para las mujeres modernas de la época, que jugaban al golf, fumaban y conducían automóviles. Sin embargo, Patou no estaba todavía contento; deseaba una creación única, una especie de buque insignia de su firma, como lo había sido el nº 5 para Chanel. Así, junto a su amiga y consejera Elsa Maxwell y su perfumista Henry Almeras, se aplicaron en lograr un aroma único e inimitable que fue, por fin, un compuesto de esencias de rosa y jazmín, cuyo elevado precio lo convertía en prácticamente invendible. La aparición del suntuoso Joy, en 1930, es un hecho sin precedentes en la historia de la perfumería. El diseñador Jean Patou decide burlarse de la historia buscando el antídoto contra la morosidad. En plena crisis, le pide a Henri Almeras, perfumista de la casa: " Olvídate de que estamos bajo presión, de que nuestro volumen de negocios ha bajado en muchos clientes y ya no son lo suficientemente ricos como para comprar. Te doy libertad para elegir los elementos más bonitos… ". Y su nariz casó la rosa con el jazmín, dos flores tradicionalmente separadas y dobló la concentración en ingredientes naturales.


    Para conseguir 30 ml esta preciada fragancia se necesitan 10.600 flores de jazmín y 28 docenas de rosas. Jean Patou, segundo consumidor mundial de jazmín natural, poseía sus propios campos de flores en Grasse. El frasco estaba diseñado por Louis Süe, inspirado en una pitillera de jade antigua, basado en el concepto de cantidad de oro. Era de cristal Baccarat, tallado y pulido a mano, decorado de oro fino y con doble cocción. Para terminar, se rellenaba a mano y se sellaba.

    Ésta fue, sin embargo, la carta que jugó Patou que, amante del peligro como era, decidió arriesgar con una clientela adinerada que podía permitirse este lujo en medio de la crisis que sacudía el mundo. Bautizó su perfume Joy y lo sacó a la venta con el siguiente eslogan: "Joy, el perfume más caro del mundo".

    Animado por este éxito, continuó lanzando al mercado nuevos aromas, siempre bajo la idea del símbolo: en 1935 creó Normandie para el lanzamiento del famoso barco; Vacances llegó un año después, en 1936, para conmemorar los primeros despidos pagados a raíz de la crisis, Colony en 1938, cuando en vísperas de la guerra europea todo el mundo deseaba huir a ultramar, a cualquier parte que no fuera el continente, L'Heure attendue en 1946 para celebrar la liberación del país tras la guerra y Caline en 1964.

    Desde 1919 hasta su muerte, Patou fue un gigante del mundo de la moda, tanto en alta costura como en confección. Patou murió prematuramente en 1936. Su hermana Madeleine y su esposo Raymond Barbas continuaron la Casa Patou. Su casa continuó abierta tras su muerte, dirigida por miembros de su familia y con los diseñadores Marc Boham, Karl Lagerfeld, Pipart y Lacroix. La última colección de moda producida por la Casa de la etiqueta Patou fue en 1987, cuando el negocio de la alta costura cerrada tras la salida de Lacroix para abrir su propia casa. Tras el cierre de la empresa de alta costura de la empresa no ha dejado de producir fragancias bajo la marca Jean Patou.


Fuentes: MCN Biografías, Doctissimo.

2 comentarios:

  1. q sepas q yo si los leo!!!!!!!!!!! este me gusta menos, no es de mi estilo jejejjejej no le gusta el color!!un besazo guapeton!!!!!!!!!!

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